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viernes, 26 de noviembre de 2021

Aventuras de una mamá lectora, viajando en el tiempo

             




¿A qué momento visitarían si pudieran viajar en el tiempo mis queridos Anaquelianos? ¿Cuántos instantes escogerían para vivir de nueva cuenta desde otra perspectiva? ¿Visitarían algún lugar en particular? ¿Conocerían a un personaje importante o visitarían a las personas que ya se encuentran ausentes?


Son muchas preguntas para comenzar nuestra aventura, lo sé, pero que no podríamos hacer si pudiéramos viajar en el tiempo, ¿verdad? 

 



“…A partir de ahora, el espacio por su lado y el tiempo por el suyo están condenados a desvanecerse como meras sombras y sólo una íntima fusión de ellos conservará una realidad independiente” dijo alguna vez un matemático alemán llamado Herman Minkowsky allá por el año de 1908. Y cuanta razón sigue teniendo, el tiempo se desvanece rápidamente sobre todo cuando eres mamá de una niña llamada Valentina. 

 

Para ella el tiempo es algo que sólo “estorba” según sus palabras, cuando le recuerdo que el tiempo de jugar ha terminado y ahora tiene que hacer su tarea.

Mamá ¿podemos no hacerle caso al tiempo y jugar un rato más? Me dice siempre con una mirada de gatito inocente, ella conoce mis puntos débiles lamentablemente, por lo que en ocasiones consigue aplazar ese momento irremediable donde tiene que devolver los juguetes a su sitio.

“Constantemente estamos viajando al futuro” dijo el físico español Roberto Emparan, pero Valentina y yo usualmente viajamos al pasado. 

¿No se los había comentado mis queridos Anaquelianos?, perdonen mi omisión, pero es un secreto que ella y yo tenemos bien guardado. Podemos viajar en el tiempo.

 




Todo empieza así:

Mamá, cuéntame una historia de cuando yo estaba en tu barriga me pide Valentina mientras viene a sentarse en mis piernas.

¿Cuál quieres que te cuente?respondo obediente acariciando sus cabellos alborotados

La del día que salí de tu barriga

Fue un día viernesempieza mi historia ese día me desperté muy temprano, me sentía muy tranquila, no había nervios ni incertidumbre, sólo paz. Me metí a bañar disfrutando de estos últimos momentos en los que estaríamos así, unidas. Cuando me vestía me diste unas pataditas, creo que ya sabías lo que estabas por vivir, así que te dije estás palabras: 

“Vale, en unos momentos más el doctor que te ha estado cuidando por estos meses hará unas cortadas en mi barriga y con sus manos te tomará con cuidado para sacarte de ella. Ya no estaremos físicamente unidas, pero ahora estarás en mis brazos. Podré abrazarte y besarte todos los días, conoceré tus ojos y escucharé tu voz. Habrá personas esperando muy emocionadas para conocerte, tus abuelos y abuelas, tus tíos y primos, pero sobretodo en primera fila encontrarás a tu papá. Todos te esperamos con mucho cariño para acompañarte en tu experiencia de vida. Gracias por darme la oportunidad de poder ser tu mamá.”

Cuando estuvimos listos nos fuimos al hospital, y unos momentos después estabas en mis brazos llorando, pero dejaste de llorar cuando te dije: “Hola Vale”. En ese instante fue donde empezamos este camino juntas.

Mamá  ¿qué ropa me pusiste?

El traje que te regaló tu abuela Letty.

Mamá y ¿porqué estaba llorando?

Porque todo era nuevo para ti y no sabías como decirlo.

—Mamá ¿porqué me sacaron de tu barriga?

Porque ya era tu tiempo de salir.

—Mamá….

A estas alturas ya las respuestas a todas las preguntas se me están acabando. Pero por unos minutos estuve nuevamente en ese quirófano sosteniendo a una beba que se me acurrucaba en mi pecho, mientras daba gracias a Dios por el regalo que me estaba haciendo.

 

Y así podría compartirles muchos momentos más en los que viajamos en el tiempo a través de las historias que Valentina me pide que le cuente. A veces son de cuando ella estaba pequeña, otras de cuando yo era niña, en ocasiones me pide que le cuente como aprendí a cocinar o a ser mamá. Siempre me esta pidiendo que le cuente historias. Y gracias a estos momentos es que puedo revivir los instantes más felices de mi vida con ella.

 

“…Un momento nítido, yo no lo entendía, y después así nomás lo comprendí. Lo noté suceder, quiero ser nosotros dos, sentir otra vez la sensación de perder mis límites, de poder ver la mezcla de presente y futuro por primera vez...”

Tomo prestadas las palabras de Henry en el libro de Audrey Niffenegger La esposa del viajero en el tiempo, para expresar lo que siento cuando veo la emoción de Valentina mientras le doy detalles de las historias que me cuenta, mientras le muestro fotografías de instantes que quedaron inmortalizados para recordarnos todo el amor que esta pequeñita nos ha traído en nuestras vidas.

 




“… Pero te apuesto que es más fácil enseñar todo eso que enseñar a como ser feliz dijo Clare a Henry…”

Yo tengo una excelente maestra, cada día con sus travesuras me enseña como ser feliz con cosas simples, me enseña que tengo todo lo que puedo necesitar.

 

 

Mis queridos Anaquelianos espero que hayan disfrutado de esta aventura, este libro me ha dado el pretexto perfecto para viajar en el tiempo a aquellos momentos que son muy especiales para mí. Espero que ustedes también encuentren ese libro que los transporte a momentos mágicos, lugares inexplorados en alguna convergencia temporal y los regrese a su presente colmados de experiencias con satisfacciones inconmensurables. Yo mientras tanto tengo que atrapar a una resbaladiza niña que no se quiere bañar. ¿Quién dijo que el tiempo era relativo?...

 

 

 

 

 

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