jueves, 22 de diciembre de 2022

Taller epistolar, Ana Saavedra_ ejercicios

 

Bienvenidos queridos anaquelianos. Ya listos para cerrar el año quiero compartirles algunas de las cartas, resultado del taller epistolar de este año. Recuerden que si estan interesados en tomarlo, envíen email a nuestra página.

anaquelliterario@gmail.com


En este taller vamos a adentrarlos en nuestros sentimientos para crear una carta a partir de una historia. Un taller de creación que además es catártico y una bella experiencia de creación, convivencia y sensibilización creativa a través de ejercicios guiados y lecturas dirigidas. 



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Ciudad de México, a 25 de septiembre de 2017


Querida hermana Dani: 

No sé ni cómo empezar esta carta porque sé que te causará una gran pena lo que voy a decirte. No imaginas los terribles momentos que vivimos el día del terremoto. Yo me salvé de milagro porque no estaba en casa, pero cuando llegué desesperada y vi que nuestra casa se había derrumbado, sentí que el mundo entero se me venía encima. Los rescatistas ya se encontraban ahí, levantando pedazos de losa. Se escuchaban quejidos entre los escombros, eran de nuestro padre. Cuando lograron rescatarlo, la vida se le iba, su respiración era entrecortada, tenía golpes por todas partes y la cabeza le sangraba. Solamente alcanzó a decirme cuánto nos amaba y que a pesar de todo, nosotras habíamos sido la razón de su vida, y exhaló su último suspiro.

Entre las ruinas de la casa encontré una maleta con una carta de él, que según dice en ella, pensó dármela el día de mi cumpleaños, pero se arrepintió de hacerlo para no amargarme la ocasión. En ella confiesa que en realidad él no era nuestro padre biológico. Al poco de tiempo de haberse casado con nuestra madre tuvo que emigrar a los Estados Unidos, por necesidades económicas, como casi todos los migrantes.

Cuando regresó, después de tres años, encontró que nuestra madre tenía “dos gemelas hermosas de un año” –así dice en su carta-. Pensó en abandonarla para siempre, por su infidelidad, pero ella le suplicó llorando amargamente que la perdonara. Ella se encontraba en la miseria porque el dinero que él le enviaba se lo había llevado el hombre que la sedujo, y que no quiso hacerse cargo ni de ella ni de nosotras, y desapareció de su vida. No le dijo, entonces, quién era.

Él tomó la decisión de quedarse, no tanto por nuestra madre, sino “por esas bebitas indefensas y tiernas que le robaron el corazón desde que las vio”. Juró cuidarnos como sus verdaderas hijas, y cumplió su juramento. Cuando nosotras teníamos siete años, falleció nuestra madre y en su lecho de muerte le confesó el nombre de nuestro padre biológico, era el propio hermano de él.

Te digo todo esto porque él mismo me pide en su carta que lo haga. No con el fin de deshonrar la memoria de nuestra madre, sino para que al faltarnos los dos, estemos enteradas de la verdad, por si algún día queremos perdonar al hombre que nos engendró, y si no, al menos sepamos quién es. Él perdonó la traición de ambos y la enterró para siempre en el olvido.

Por lo que a mí toca, te diré que solamente tengo o tuve un padre, al que admiro y siempre vivirá en mi mente y mi corazón. Del otro, no quiero saber nada en mi vida. Tú sabrás lo que decidas y yo respetaré tu decisión. Espero que pronto nos veamos y platiquemos personalmente.

Te quiere, tu hermana.

Lupita.

(Gil Arreola)



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Carta a mi Abuela Plácida Romero Adame:


Querida mamá.

Le escribo desde mi yo adulta. Esta carta, no habrá de leerla porque hace años que ya no está con nosotros, ahora está allá, donde su fe añoraba.

Primero quiero que sepa que su recuerdo me acompaña todos los días de mi existencia, que es una de las mujeres más importantes de mi universo, siempre tengo presente que gracias a sus enseñanzas, aprendí a leer y escribir siendo muy niña.

Recuerdo sobre todo, esas navidades de mi infancia, las veces en que, la verdad no se cómo lograba hacer que aprendiera de memoria esos poemas y salmos enormes, y luego la caminata de más de dos horas, bajando hasta el fondo de los cerros, atravesar el río y luego, esa subida interminable sintiendo el calor y el frío al mismo tiempo, con el aliento entrecortado mientras subíamos hasta llegar a Pueblo viejo, y todo para que su niña, participara en el servicio religioso, recitando los salmos que me había obligado a repetir mientras molía el nixtamal, luego, mientras lavaba los trastes, también cuando íbamos a dar tierra a la milpa, ¡vaya! Hasta cuando íbamos caminando para la casita de las gallinas y al llegar, seguir repitiendo mientras usted preparaba la humilde cena que, a nosotros, nos sabía a gloria, me hacía repetir incluso, cuando por la mañana, salíamos a pastorear a los chivos traviesos, por los cerros multicolores. 

Pero el ejercicio de la repetición claro que rendía frutos, porque a fuerza de ello, todo lo que leía se clavaba en mi memoria ¡ah, querida mamá! Casi podría asegurar que podría ver el orgullo en sus bellos ojos color miel, mientras amorosamente, planchaba el vestido que llevaría al servicio y mientras peinaba mis cabellos rebeldes, que no lograban acostumbrarse a estar quietos, aunque sus manos tenían el poder de sosegarlos.

Llegar a ese Pueblo Viejo, con su música a todo volumen, con sus calles de tierra y algunas empedradas y luego, dirigirnos a la Iglesia, era la meta de esos viajes, y creo que nunca se lo dije, pero esos viajes junto a usted, mi abuela, la que me crio en mi infancia, la que me inició en la lectura, son de los recuerdos más bonitos que tengo. 

Mamá: ahora que soy adulta, he pensado en sus sufrimientos, en la pobreza que la abrazó desde que fue la madre soltera que decidió abandonar al marido golpeador y sin embargo, no la recuerdo más que siendo amorosa, conmigo y con mis hermanos y hermanas, inculcándonos, lo que sabía: el amor y la paz y hacernos partícipes de esos sentimientos en las navidades, ahora que pienso en ello, me reconforta.

Dicen que antes de nacer, elegimos a las personas que serán nuestros padres, no se dice nada de las abuelas, pero sin duda, si eso fuera cierto y tuviera la oportunidad de una nueva existencia, yo la elegiría usted como mi abuela, como mi mamá.

Gracias mamá, tal vez no le dije nunca cuanto la quise y cuánto daría por volver a caminar los días 24 de diciembre, por ese cerro abrupto, cruzar el diáfano río y sentir el frío del agua mojándonos los pies, para luego subir y subir, para llegar hasta pueblo viejo y pasar la noche vieja recitando esos salmos enormes que a fuerza de repetición, llenaba de orgullo sus ojos y amanecer en ese pueblo extraño y familiar a la vez, para iniciar el viaje de regreso y escuchar contando a mi madre y hermanos, el éxito que tuvo la niña, pues recitó sin olvidar ninguna línea.

Gracias querida mamá.



Con todo el cariño acumulado en estos años de su ausencia, su nieta Josabeth.





Diciembre 12 del 2022


Amadísima Doña CELIA:


Que quedó después de tu partida?


Una tristeza y una depresión inimaginables.

Años viví llorando tu ausencia. En esta temporada que inculcaste en mi vida el abrazo genuino de esperar al Niño Dios y recibirlo con bomba y platillo, la gran fiesta del año. Provocaste siempre la unión de la familia. Recorrían largas distancias para disfrutar de una noche, si la Nochebuena.

La que tú organizabas con tanto amor y esperanza, cuidando todos los detalles, preparando los más suculentos platillos que a todos llenaba el paladar, cuyo ingrediente único, fue siempre el amor, se transformaba en aplausos al cierre de la noche, dicha y celebración.

Doña Celia, la más querida, la amalgama de abuelos, tíos, hermanos, primos, sobrinos, entre tantos otros como la familia extendida. El imán de los milagros, de la donación y el servicio.

Hoy puedo sin llanto de desolación, sino con las lágrimas de amor y conexión espiritual, que tuve, tengo y tendré contigo mi amor primigenio. Mi primera caricia, el primer olor, el primer sabor, el sonido de tu voz, y lo que mis ojos vieron por primera vez.

Son años ya los de tu partida, con esa paz y serenidad que hoy alberga en mi corazón, me embriaga el aroma de tu presencia, de tu sonrisa, de tu entusiasmo sin igual para celebrar esta hermosa temporada de reconciliación y reencuentro.

Gracias, gracias, gracias, por elegirme como hija y permitirme elegirte como madre, eres el amor de mi vida, mi compañera, mi amada Gorda, mi madre Celia.

Un ángel en la tierra partió al cielo, a ese encuentro de cara a cara del cual hablabas tanto y que todos anhelamos. Segura estoy de que te fuiste derechito y sin escalas.

Hoy echando una mirada a mi historia, a nuestra historia, conectada por ese hilo transparente largo largo de luz eterna que nos tiene conectadas. Puedo expresarme con enorme gratitud por tu amor, tu entrega, tu integridad, tu caminar silente, en el anonimato, llena de paz y un corazón generoso y siempre dador. Por tu heredad.

Yo soy tu, soy mi padre, soy resultado de ambos.

La mujer de 60 años que soy, cercana a preparar la mesa reunidos hoy los pocos que quedamos, porque así han ido partiendo, me mueve en lo más profundo de mi ser la limpieza de mi vida, el repaso de un año más de vida, la balanza de lo que hice y no hice, lo que dije y lo que deje de decir, la caricia dada y la que no di, en fin, el reencuentro con la pequeñez, la transitoriedad y lo intangible.

Levantaré mi copa para decirte en silencio, en esa intimidad que nos cobija, gracias por ser mi madre, gracias por tu presencia amorosa, dulce, tierna, el mejor ejemplo en mi historia.

Honro tu amor y tu vida unida a la mía. Hoy yacen en mis sepulcros familiares las evidencias claras y profundas de quienes aún dan vida a mi vida con su legado.

Estando muy cerquita de la cuna de quien viajará a nuestro hogar ese niño Dios que me enseñaste amar, gracias por tu heredad, celebra en grande mi vieja, que el cielo está de fiesta, que seguramente estás organizando con toda la familia

Mi ser entero se llena de emociones, te dice en estas líneas, que no alcanzaría en agradecerte la infinitud de tu presencia.

Por siempre mi amada, Feliz Nochebuena que mañana será Navidad.

Gracias gracias gracias


Tu hija que te AMA de Aquí a la Eternidad

(Claudia Yalile Guerrero )


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Querida amiga 


Te pido que me disculpes por no escribir tan seguido como quisiera, pero es difícil desde aquí mandar cartas y también buscar quien me pueda ayudar a  escribirlas, pero no quería que llegara navidad sin que tuvieras noticias mías. 

Recuerdo siempre nuestra hermosa amistad como mi tesoro más valioso y los momentos más felices de mi vida. Aún recuerdo las noches bajo la luna, el estar sentados uno junto al otro viendo el cielo, no necesitabas decirme una palabra para saber lo que sentías, muchas veces te vi llorar pero no dije nunca nada porque sabía que lo único que necesitabas era un amigo junto a ti, ¿recuerdas la navidad que pasamos juntos? solos tu y yo, fue triste no estar con toda la familia, pero nunca me sentí solo contigo a mi lado, cuando me siento triste recuerdo tu sonrisa iluminada por la luces de navidad, ese recuerdo siempre me hace muy feliz, Siempre me río mucho cuando recuerdo la vez que tire al piso toda la ropa del tendedero de la novia de tu papá, recuerdo lo enojada que estaba y la risa que te causo, pero tuvimos que ser muy discretos porque no queríamos que se diera cuenta que yo lo había hecho a propósito, solo con el fin de hacerte reír. 

Sé que si sigo hablando de nuestras anécdotas nunca terminaría porque fueron muchas. 

Pero queria darte las gracias porque el estar contigo para mí, todos los días fueron una gran aventura. 

Amiga se que tú vida ahora es diferente se que ya tienes hijos y no sabes lo feliz que me hace saber que no estás sola, que estás muy feliz. Pasa está Navidad llena de alegría y nunca olvides que desde dónde estoy siempre te cuido y recuerdo nuestra navidad juntos, 

Te quedan muchas cosas por vivir, pero cuando llegue el momento te estaré esperando al final del arcoiris, escucharás mis ladridos dándote la bienvenida a las nuevas aventuras que nos esperan juntos. 


Atte: Rocky

(Jessica Puebla) 



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San Miguel de Allende Guanajuato a 18 de Diciembre del 2020



Hola Querido amigo, justo me acaba de llegar tu carta y debo decirte que aún sigo impactado, sigo asimilando lo que me dices en ella. 

El motivo de esta carta es contarte lo que me pasó precisamente hoy 18 de diciembre, la verdad no me lo vas a creer, ni yo puedo creerlo a pesar de haberlo vivido. 

Parecía un día como cualquier otro yo caminaba del trabajo a la parada del camión, venía pensando en todo lo que haría llegando a casa, recoger mi ropa de la lavandería, darle de comer a Chester, arreglar el lavabo que estaba goteando. En ese momento una mujer joven se acercó a mi, me preguntó que si sabía dónde pasaba un camión al centro, yo le respondí que Sí, y le hice la seña de que me siguiera, ella parecía querer hacerme plática, yo estaba tan atrapado en mis pensamientos que poca fue la atención que le puse. Pero ella insistía incluso corrió para emparejarse a mi paso, y ahí comenzó a preguntarme cosas sobre mi vida, tanta fue su insistencia, que llegué a sentirme incómodo. Yo la voltee a ver con el seño fruncido, en eso me di cuenta que la conocía, era una de mis ex novias. Cuando la reconocí no sabía que hacer quería abrazarla, quería gritarle, quería dejarla con la palabra en la boca, quería irme corriendo de ahí. Pero me quedé parado viéndola sin decir nada. Me dijo Ernesto te vi de lejos y no sabía cómo acercarme a ti. Pero, finalmente tome el valor porque sentí la necesidad de pedirte una disculpa. Yo la miré aún con el seño fruncido y le contesté que no había necesidad de una disculpa, ya que todo lo que había sucedido era parte del pasado, y que podía seguir con su vida tranquila, porque yo estaba bien, que por mi parte no había nada que perdonar. Cuando me di la vuelta para irme, ella me dijo que nunca me había olvidado, que el dejarme había sido el peor error de su vida. Y deseaba que algún día pudiera ser tan feliz como yo merecía. Yo voltee a verla le sonreí, y seguí mi camino, sin decir más. Cuando llegue a casa ví que había llegado una carta tuya, me senté primero a pensar en mi encuentro, sin prender las luces y oyendo la gota del lavabo sonar. Después de un momento de introspección salió de la parte más profunda de mi ser la frase "Te perdono" después de decirla sentí un gran alivio y me dispuse a leer tu carta, quería olvidarme un poco de lo que había pasado. Cuando la comencé a leer las lágrimas corrieron por mi rostro y comprendí lo que en verdad había ocurrido. Hermano en tu carta me dices que Ariel mi exnovia murió el día de su cumpleaños que fue hace 3 días y yo la vi hoy 18 de Diciembre. Si amigo, Ariel fue la ex novia a la que ví y la que me pidió disculpas. Siempre me pregunte la razón que habría tenido en mi vida mí relación con Ariel, nunca pude responder esa pregunta hasta el día de hoy, la razón querido Compadre, era aprender a perdonar. Me di cuenta que el perdón tiene dos caras si no perdonas es el veneno más fuerte que hay y si perdonas es el bálsamo que todo lo puede curar. No me di cuenta que no había perdonado a Ariel hasta el momento que se disculpó, le agradezco que se viniera a despedir, porque sin duda la paz que ha dejado esta situación no se la di yo a ella, si no ella me la dejo a mi. 

No sé si te has dado cuenta como la vida pasa tan rápidamente, llega un momento en que no nos damos cuenta lo monótona que se vuelve, pero hay instantes que le dan ilusión a la vida, que te hacen sentir un ser especial y te inspiran a seguir viviendo y a vivir con toda intensidad, este es uno de esos momentos para mí. 


Atte Ernesto Flores 

(Jessica Puebla)


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Noviembre 19 del 2022

Ciudad de Acapulco Guerrero


Mi entrañable Claudia

Presuroso me sacudió el saberte tan fuera de tu paz dejándome temblando con tu declaración la muerte me anda rondando. 

He de compartirte esta mañana bajo el sol en todo su apogeo al lado de la alberca donde reposas de tus golpes, que yo el gran defensor de los derechos humanos en mi estado, el que persigue a los que desaparecen a niñas que como la mía fue asesinada hace ya casi 8 años, y con este poder judicial no he logrado absolutamente nada. Tu quien siempre me invitabas a bendecir la vida y dar gracias por el tiempo que estuvo mi hija a mi lado. Hoy conocí la muerte, si esa figura enigmática, que imaginamos como calavera o figura grisácea, obscura, temible,si supieras como se parece tanto a nosotros, figura humana. A quien tantas veces retaba diciendo ven por mi, porque mi hija. Por que una niña. Tuve un encuentro la noche de ayer, después de escucharte, por primera vez después de invocarla todo este tiempo, nos vimos de frente, no como en un sueño, no estaba distraído, estaba presente. Y entendí si, entendí con tu declaración que la muerte no nos anda buscando. Somos nosotros los que la buscamos. Me lo dijo. Hicimos un viaje en el tiempo y vi a mi niña con esa verdad que nunca quise reconocer ni aceptar.

Tu fuiste de las primeras que me lo dijo. Te odie por ello. Y hoy te amo, con tantos años en tu compañía, con una historia de vida juntos. Que fue tu voz la que me hace cambiar hoy del móvil porque y para que me expongo cada día y enfrento a los asesinos y secuestradores, uniéndome

a las familias que han sido tan lastimadas y atormentadas, ya son muchas a las que he apoyado. 

Tu anuncio de muerte, me regaló la vida. Entender el sabroso propósito de mi existencia y hacer la diferencia en la vida de los más que yo logré transformar. 

No te mueras, vive. Siempre sé tus pensamientos positivos que empoderan, que enamoran a apreciar la existencia. No eres tu la que habla del amor primigenio. .? Demuéstramelo.


Te amo porque se me da la gana,

Tuyo Javier Morlet

(Claudia  Yalile)


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Mi hermano de sangre Jorge


Dirijo estas líneas hoy posterior a esta sacudida del terremoto del 2017 en la CDMX , llena de dolor y lamento, que me estruja el cuerpo entero...

Por el fallecimiento de nuestro padre Salvador, solo Dios sabe cuanto vale la exigencia de la vida, que no es comprada, ni segura, ni perdura.


Lo hago llena de sentimientos encontrados, primero por que confío, algo me dice que estás vivo, con sorpresa he vivido que después de esta sacudida terrenal , estaremos en contacto directo, presente, activo y lleno de gratitud por estar vivos y unidos para el amor primigenio de nuestros viejos.


Te confieso que encontré una carta de nuestro padre. SI escuchas muy bien nuestro padre, quien me confiere la oportunidad de contactarte y compartir esta noticia y ya sabemos como éra nuestro padre... Que hoy goza de la gloria eterna . Hoy tu hermana de sangre, soy una mujér cargada de años...en mi plenitud. Peso arriba de 7O kilos y de estatura que confió seamos de la misma,,,arriba de los 1.72 centímetros..te imagino alt0, erguido. Guapo y vibrante, así como yo.


Esta es una refrescante y nueva oportunidad de compartirnos mas allá de la ausencia en nuestras vidas, y recreemos una relación nueva y resuene abiertamente como hérmanos de sangre.


te amo entrañablemente, aún y a pesar de la distancia de no conocernos, que al final nadie se conoce al 1000 por ciento,..así la vida,


Aquí cuentas conmigo. Tu hermana de sangre

Vivamos unidos el resto de nuestras vidas.


Te amo por que se me da la gana 

Tu decides?

(Claudia  Yalile)




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(Leer una semana después de navidad)

Lo lamento mucho, comprendo que no es correcto el como eh actuado contigo, aun recuerdo tu mirada juzgándome con rareza, confusión y decepción con tanta claridad, siempre la mente tanto haberme comportado con una actitud tan infantil, durante meses tras darme cuenta qué fue error mío aquel alejamiento, no podría haberte  visto  a los ojos, me dolía tanto  aceptar qué  mi inmadurez  había  arruinado uno momento importante  de esos focos  en que  esta familia destrozada se une, eras entre todas las personas en esa habitación, llena de arboles y luces artificiales, en Quien mas podía confiar, mi familiar mas cercano lejos de mi familia, esa navidad fue tan desgarradora, mie emociones se desbordaban del vaso sin poder ocultarlo no expresarlo, lo lamento tanto, espero algún día puedas  perdonar El gran error que cometí… tras esa fecha eh de admitir solo quería que me ignoraras y fueras feliz, pase años atormentándome por tal acción que, Aunque el tiempo puede haberlo llevado al olvidó, mi conciencia recuerda tan fresca la presencia del seco aire qué congeló el tiempo, la plática de los mayores que se escuchaba más lejos, las carcajadas de los más peques qué era cada vez más borrosa y en el silencio de esa noche,  a pesar de la cercanía de los presentes fue la Navidad más solitaria que pude vivir, no podré cambiar ya el pasado para desgracia mía Pero te aseguro qué no cometeré el mismo error, Por eso mismo te he pedido al inicio que no la leas hasta estar seguros que no volveremos a vernos pronto, espero que pases un gran año nuevos y que nunca más ni yo, ni nadie te haga infeliz, que cumplas todos tus deseos querida prima, prospero año nuevo.


Para mi querida Eliza

De tu primo Manuel

(Laura Cecilia Silva Díaz)



***Estas cartas son un ejercicio de ficción creado en el taller epistolar de Ana Saavedra y solo son algunas de las realizadas dentro del mismo. Para más información sobre el curso manda un email a nuestra página, estaremos encantados de responderte.



Ana Saavedra

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