viernes, 25 de febrero de 2022

Aventuras de una mamá lectora, El ángel de la lectura

 “Los juegos infantiles no son tales juegos, sino sus más serias actividades.”

Michel Eyquem de Montaigne

 

 

Una melodía ha sido la música de fondo de mi cerebro desde que abrí los ojos esta mañana. Aunque tengo el presentimiento de que estaba presente también en mis sueños. Cada palabra que he  logrado organizar en una oración coherente, por no decir normal, lleva el tintineo de las campanillas y el redoble de los tambores en su esencia. A lo lejos escucho de nuevo la melodía, ¿será que mis oídos están materializando lo que la mente crea? ¿Mis sentidos están fallando y experimentan cosas dónde no las hay? 


      La confusión impregna todo lo que puedo percibir. La realidad y la fantasía se han mezclado en una rapsodia de imágenes con sonidos taladrantes. De pronto una vocecita:

 

    Mamá ¿me pones otra vez las caricaturas del niño superhéroe? ¡Por favor!

 

Allí lo tienen… el culpable de mi sinrazón. 

Ese programa televisivo que ha estado en repetición contínua desde hace ya tres años, aunque si me lo preguntan, a mí me pareciera que desde que se creó el mundo lo he estado escuchando.

 

Mis queridos Anaquelianos bienvenidos sean a nuestro querido rincón de Anaquel Literario, permítanme hacerles una pregunta un tanto borrascosa:

¿ Han sido torturados por esos entes diminutos que llamamos niños?

 




Quien ha tenido el privilegio de ser testigo de el crecimiento de un pequeñito, comprende que ésta no es una “actividad” para los débiles de corazón. Es una montaña rusa que puede sorprenderte, ya sea con hallazgos de juguetes en los lugares más insospechados, como con restos de comida en lugares donde la física no puede explicar su existencia o con preguntas tan complejas de encontrar respuesta que hasta el mísmisimo Platón no habría dicho una de sus más conocidas frases: “Hay que compartir el conocimiento”;  pero también con abrazos y besos llenos de amor sincero, que reconfortan hasta el alma más decaída después de un día de convivir con responsabilidades y obligaciones que saturan la vida.

Entre todas estas convergencias de la existencia, los pequeñitos adultos en formación han encontrado una táctica infalible para lograr que los ya tan denominados adultos mayores sean esclavos fieles de sus deseos: La tortura psicológica.

 

“Incluso las peores noticias son un alivio cuando no pasan de ser una confirmación de algo que uno ya sabía sin querer saberlo”.

 

Y es así mis queridos Anaquelianos, que mi versión en miniatura ha estado haciendome pagar por todos los pecados cometidos desde hace ya varias vidas atrás. He visto ese programa de caricaturas tantas veces que inclusive puedo encontrar las incoherencias más insignificantes en una escena que ni el mismo dibujante pudo percatarse de ellas cuando las creo. Inclusive  el aparato de televisión entra en automático a las caricaturas, ya no es necesario que utilicemos el control remoto, él sabe que hacer, ni la Inteligencia Artificial puede lograr dichas programaciones.

 

“En mi mundo, las grandes esperanzas sólo vivían entre las páginas de un libro”.




 

Para lograr tener un poco de cordura, hice lo que mejor se hacer, ponerme a leer. Obviamente con la música de fondo del programa de caricaturas. El juego del ángel de Carlos Ruíz Zafón fue el elegido en esta ocasiónSe que ésta serie de libros salió hace muchos años ya, pero a mí llegó apenas unos cuantos meses atrás. Me tiene totalmente atrapada, me declaro presidenta del club de fans de Fermín Romero de Torres. La sombra del viento me dejó queriendo saber más, y aunque es una historia cerrada deja entrever que el universo del Cementerio de los libros olvidados apenas ha mostrado un atisbo de su encanto. 

Cuándo me adentré en la historia del segundo tomo se la saga, fue un placer muy grato. A medida que avanzaba en la trama más relegaba mis responsabilidades matriarcales, “al fin y al cabo los trastes pueden esperar” me repetía cada vez que pasaba una página más.

 

“Hay que mantener el cerebro ocupado. Y si no se tiene cerebro, al menos las manos”.

 

Cierta tarde que por caprichos del destino me encontré con que el aparato televisor estaba disponible sólo para mí, por lo que dejé de lado a David Martín y el enigmático Andreas Corelli (apenas estoy leyendo el último libro, así que no me cuenten que pasa, ¡por favor!) para ver alguna serie; de esas que siempre he querido ver y nunca he podido.


Quiénes saben de esas cosas dicen que las manos tienen memoria. Lo he descubierto de la peor manera. Les diré porque: Tomé el control de la televisión, presioné el botón grande color verde que la enciende, acto seguido el botón de las letras rojas para entrar al menú donde están todas las series, moví las flechas con la inercia propia de los días mientras buscaba mi suéter para acurrucarme, luego escuché el característico sonido de inicio de la plataforma de streaming y después el sonsonete más aterrador, traumático y torturante que he escuchado durante estos últimos tres años: los tambores alegres de la serie del niño superhéroe. ¿Cómo es posible que no me haya dado cuenta? ¿Acaso mi cerebro ya está condicionado para sólo ver programas para niños? ¿Me gusta torturarme? Éstas y mil preguntas más asaltaron mi mente mientras a toda prisa quitaba el programa, no fuera a ser que conjurara la presencia de la pequeña de rizos alborotados y tuviera que luchar por la posesión del aparato electrónico.

 

“Es nuestro ángel de la guarda, el ángel de las mentiras y de la noche”.

 

 

Mis queridos Anaquelianos me despido de ustedes no sin antes desearles que encuentren un libro que los aleje de la tortura diaria del vivir, que les permita adentrarse a un mundo lleno de personajes enigmáticos e historias llenas de misterio. Yo mientras tanto buscaré un escondite para el control remoto de la televisión, no vaya siendo que en mi rato libre quiera ver el programa del niño superhéroe otra vez…

 

 

Erika C.

 

 

 

 

 

 

 

 

 




 

viernes, 11 de febrero de 2022

Las aventuras de mamá, entre cometas y preguntas

 “Los libros no se han hecho para servir de adorno: sin embargo, nada hay que embellezca tanto como ellos en el interior del hogar". 

Harriet Beecher Stowe .



Mis queridos Anaquelianos gracias por acompañarme nuevamente en nuestro querido rincón de Anaquel Literario. Permítanme iniciar nuestra aventura con una pregunta: ¿Porqué les gusta leer?


Había una vez una niña de cabello rizado, flaca como una escoba y llena de preguntas incómodas como la entusiasta Mafalda. Esta niña siempre estaba moviéndose de un lado para otro, lo cual provocaba que su mamá perdiera la paciencia varias veces al día. En una ocasión su papá tenía en sus manos un libro, pasaba mucho tiempo observándolo, según pensaba ella, esto llamaba su atención de sobremanera. ¿Que tenía de importante aquel objeto para que su papá pasara horas con él? Se preguntó mientras observaba desde lejos. Así que decidió averiguarlo. Cuando se presentó una oportunidad ella tomó el libro en sus manos y se fue corriendo a su rincón favorito, allí podría entender por fin que era lo que escondía ese artefacto extraño. Pero sólo encontró letras y más letras, no había dibujos impresionantes ni espacios para colorear. Entonces, ¿qué era lo que hacía tan interesante a este libro? Se preguntaba mientras lo hojeaba. Su padre que había descubierto las actividades delictivas de su hija observaba desde la sala, disimulando una sonrisa. Cuando la niña se dio por satisfecha con el libro salió a encontrarse con su papá y de manera tímida le dijo:



—Papá, no entiendo que es lo que haces con este libro, sólo tiene letras, no hay cosas divertidas en él.

El papá evitando reír ante a la consternación de su hija le contestó:

—Lo divertido de un libro es lo que te dice con sus letras, puede llevarte a mundos mágicos o mostrarte como viven las personas del otro lado del mundo. Sólo tienes que abrirlo y comenzar a leer.

—Pero yo todavía no aprendo a leer papá, sólo tengo cuatro años.

—Ya aprenderás, sólo es cuestión de tiempo.




Y así sucedió, la niña aprendió a leer, para cuando se sintió preparada le pidió a su papá aquel libro que alguna vez había tomado prestado. Conforme fue leyendo las páginas, se sumergió en una historia llena de aventuras, misterios y destinos envueltos en tragedias. Quedó fascinada. El libro llevaba por nombre La Princesa Hatshepsut. Este fue el primero de una lista interminable de lectura que hasta el día de hoy sigue creciendo.

Se preguntarán quien es esta niña. Bueno, hoy se dedica a contar las aventuras de su camino por la maternidad acompañada de sus amigos los libros.


Se sentía arrastrado por el misterio de las palabras, seducido por aquel mundo secreto que le estaba prohibido.

En estos días pasados leí el libro Cometas en el cielo de Khaled Hosseini; en mi perfil de Facebook apareció una recomendación sobre él, días después mi mamá me preguntó si ya lo había leído y en repetidas ocasiones me aparecieron artículos citándolo en mi página de noticias, por lo tanto obedeciendo las señales del universo dije para mis adentros imitando la que imagino sería la voz del gran empeador romano Julio César: Alea iacta est. La suerte está echada. Y tal cual niña obediente me dí a la tarea de buscarlo para iniciar mi aventura lectora.


Para él, las palabras de las páginas no eran más que un amasijo de códigos, indescifrables y misteriosos. Las palabras eran puertas secretas y yo tenía las llaves de todas ellas.

En una tarde de ventarrones que azotaban todo lo que encontraban a su paso, Valentina me observaba desde el castillo que habíamos fabricado con las cobijas de estrellas debajo de la mesa de la cocina, yo sentada en un sillón no me percataba que ella me estaba hablando.

—¡Qué me hagas caso mamá!— me dijo frustrada

—¿Qué necesitas?— le pregunté levantando la vista.

—¿Qué tiene de interesante ese libro para que no me hagas caso?— manifestó mientras se sentaba junto a mí.

La verdad no supe que contestarle, este libro me hizo llorar de coraje y frustración, incluso me provocó ganas de ahorcar al autor en más de una ocasión. Este libro lo sufrí mientras lo leía.

—Estoy leyendo un libro sobre una historia de unos niños que vuelan cometas— fue lo único que acerté a decir. No podía contarle nada más.

Mi explicación la convenció ya que tomó a su muñeca favorita en turno y la invitó a una fiesta del té en su castillo. Yo seguí con mi lectura. Tenía que saber el final de esta historia lo más pronto posible sino me iba a dar un colapso lector.

Tal vez sea injusto, pero a veces lo que sucede en unos días, incluso en un único día, puede cambiar el curso de una vida, Amir.


Cuando terminé el libro, mi corazón estaba hecho trizas, no sabía si dar gracias o soltarme llorando. Pensé inclusive en escribir una carta al autor desahogando mis sentimientos, pero después entendí que podría llegar a ser catalogada como amenaza terrorista, por lo cual me obligué a desistir de ello. No estaría sufriendo en este momento a causa de una historia si no hubiera sido por aquel libro que leí por primera vez hace muchos años, el libro que me convirtió en lectora. 




Tuve que encontrar la cura para mi situación, buscar un libro que me permitiera adentrarme a un mundo completamente diferente, así que tomé varios de los estantes y le pedí a Valentina que cerrara los ojos y al azar escogiera cual sería mi próxima lectura.


Anaquelianos me despido de ustedes no sin antes desearles que encuentren un libro que los haga experimentar sensaciones únicas, viajes indescriptibles y aventuras interminables desde la comodidad de su sillón favorito. Hoy me despido como inicié nuestra aventura, preguntándoles:

¿Cómo fue su primer encuentro con un libro? ¿Recuerdan cuál fue el que los convirtió en lectores por vocación?


Erika C.





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Tristes sombras, Lola Ancira

 




    El pasado 9 de febrero de 2022 en punto de las 20:00 horas, se presentó en la ciudad de Querétaro el libro titulado "Tristes Sombras" de Lola Ancira. La cita fue en la  Sala de Lectura Edgar Allan Poe y Zeppelin Music Factory, en el centro histórico de dicha cuidad.


    Fue una noche con un clima agradable, cielo despejado y el típico ambiente de mitad de semana tranquila que se vive en la capital del estado. La presentación contó con una efusiva audiencia que, entre miradas interesadas y gestos de sorpresa, atendieron a la plática y aprovecharon la oportunidad para hacerse del libro y pedir la dedicatoria obligada a esta escritora queretana radicada actualmente en Ciudad de México.




    Tuve el agrado, junto al escritor Mauricio Caudillo, de apadrinar esta colección de relatos que podemos dividir en dos grandes bloques. El primero dedicado a "La Castañeda" y el segundo a "Lecumberri"

Dentro de estas historias acompañaremos a sus personajes al interior de ambos recintos, probaremos su comida, compartiremos su espacio de reclusión y en muchos casos sufriremos sus desventuras mientras caminamos por los pasillos, las habitaciones y el ambiente de un México en construcción.








Lecumberri


    Porque existe cierto atractivo al mirar a la locura a los ojos, porque no podemos negar la curiosidad que da él conocer los casos de los reclusos, hasta casi poder tocarlos. Pues al ser humano le gusta señalar las injusticias, atestiguar las desventuras y reflexionar al respecto de las mismas. Y Lola Ancira junto a sus "Tristes sombras" nos permite acercarnos a su lado y sin embargo salir ilesos.


    Y en eso radica la magia de la literatura. En dejarse llevar los las palabras de la autora, en absorber la información que la escritora reunió para sus lectores, en habitar el mundo que se crea mediante letras, y hacerlo nuestro.










   

    El libro "Tristes sombras" logra su cometido. Dentro de un contexto histórico sólido y con una prosa ágil, podremos disfrutar de esta colección de relatos, a la vez que viajamos en el tiempo y constatamos cómo era la vida en estos dos grandes recintos del México del Porfiriato; el llamado Palacio de la Locura y el Palacio Negro.


    A lo largo de la presentación tuvimos oportunidad de escuchar a la escritora, sus razones para abordar estos temas, el proceso de su investigación y algunas anécdotas sobre se experiencia a la hora de estar dado vida a estas letras.




   Con una ilustración para su portada, también digna de mencionar, no me queda más que invitar a nuestros queridos anaquelianos a buscar el libro y disfrutar de su lectura y de este modo llevar un poco de luz a estas "Tristes sombras".




Ana Saavedra








miércoles, 9 de febrero de 2022

El libro de los muertos de Preston & Child

 El libro de los muertos de Preston & Child.





 Sinopsis:


Un brillante agente del FBI cumple sentencia en una prisión de alta seguridad, por un asesinato que no cometió... Su hermano, psicótico y superdotado, está a punto de llevar a cabo uno de los crímenes más terroríficos jamás imaginados... Una joven inteligente pero muy inocente, con un pasado extraordinario, está al borde de perder el juicio... Y pocos días más tarde se inaugurará una fabulosa exposición en un museo de Nueva York. Su pieza estrella es una tumba egipcia, maldita desde hace siglos. Un evento que va a convocar a la flor y nata de la sociedad estadounidense...


Opinión personal:


Dentro del universo Pendergast, con este, terminada la trilogía de Diógenes, y para mí el mejor de los tres con un cierre digno. Además, en este libro es donde definitivamente conocemos mejor a Diógenes y el inicio de su rivalidad con Pendergast y su paso al lado más tenebroso, reuniendo además a otros personajes clásicos de anteriores novelas, como Laura Hayward, Smithback, Nora Kelly, Margo Green... En definitiva, un gran elenco. Finalmente, se puede decir que todo queda atado. Un gran final que se desarrolla como a mí me gusta, con más de cien páginas de elaboración. Pero una vez más, el libro se cierra con otro hecho inquietante que te deja deseando saber más del siguiente libro, El círculo oscuro. Con muchas ganas de empezarlo.