“La juventud de un ser no se mide por los años que tiene, sino por la curiosidad que almacena”
Salvador Paniker
Mis queridos Anaquelianos como siempre es un verdadero privilegio encontrarlos nuevamente en nuestro rincón de letras, historias y aventuras. Realizaré nuestra clásica pregunta para tomarnos de la mano y adentrarnos en un nuevo mundo a través de las páginas de un libro.
¿Existe algún texto que hayan tenido muchas ganas de leer, y cuándo lo leyeron lo disfrutaron enormemente pero no le entendieron nada al terminarlo?
Bueno, ese fue mi caso.
Permítame explicarme, no piensen que se me han zafado los tornillos que sujetan las ideas en mi cabeza, al contrario, creo que les di una pequeña ajustada con el libro que les comento.
La teoría del todo. El origen y el destino del Universo de Stephen W. Hawking siempre estuvo en mi lista de deseos, pero por alguna extraña razón nunca tuve el valor para empezar a leerlo. Me sentía cual molécula orbitando la galaxia, mi mente no podría albergar tanto conocimiento si abría sus páginas y tampoco quería sentirme derrotada por un libro, así que lo fui dejando de lado, más nunca olvidado.
Recientemente sufrí un ataque de valor impulsivo, -aún no encuentro la causa de semejante acción- y me decidí a leerlo. Pude armarme con toda la valentía que fui capaz de encontrar adentro de una taza de té verde acompañada con un trozo de pastel de chocolate y me senté en mi rincón favorito a empezar a leer.
Habían pasado veinte páginas en un abrir y cerrar de ojos, estaba cautivada, el libro me había atrapado.
Cual sucede con este tipo de situaciones, entre más me adentraba en el texto, más notas tomaba y buscaba numerosas referencias, llegó un momento en que tuve alrededor de tres libros diferentes abiertos, los cuales leía simultáneamente. También mi querido amigo Google, me acompañaba en esta jornada sugiriéndome sutilmente artículos relacionados al tema. A veces pienso que me espía.
“Según la teoría de la relatividad general de Einstein, cualquier persona suficientemente atolondrada para meterse dentro de un agujero negro estaría perdida para siempre”
Y, a decir verdad, así fue. Me introduje en un agujero negro lleno de datos que hacían volar mi imaginación y la paciencia de mi marido; ya que a cada momento le cuestionaba: “Oye, ¿qué pasaría si la gravedad de la tierra dejara de funcionar por un segundo?” “¿Te acuerdas del documental que vimos la semana pasada, sabías que fue basado en la plática que dio mi amigo Stephen hace algunos años?” “¿Cómo podemos medir la trayectoria de la luz si ésta se curva por la gravedad?” Cuando realicé la última pregunta por respuesta fue que recibí un almohadazo, entonces lo comprendí, estaba dentro del agujero negro. Ya no saldría de allí siendo la misma.
“Para entender lo que uno vería si estuviese observando el colapso de una estrella para formar un agujero negro, hay que recordar que en la teoría de la relatividad no hay tiempo absoluto. Cada observador tiene su propia medida del tiempo”
Los momentos que pasaba entre las páginas de este libro me parecían minúsculos, encontraba cualquier pretexto para sentarme a leer, “cinco minutos nada más” me mentía a mí misma, para descubrirme una hora después con que la lavadora ya había terminado su ciclo y la hora de la comida había llegado. Valentina pacientemente me decía. “¿Ya terminaste de leer ahora mamá? Mejor lee en la noche para que podamos jugar a las muñecas”. Ante tal petición no podía negarme. Cerraba las portadas muy lentamente y me sentaba bajo la mesa de la cocina a ser la muñeca en turno, pero en mi mente seguían las ideas dando vueltas e imaginando una y mil historias acerca del origen del universo.
“Como cualquier teoría científica, puede ser propuesta inicialmente por razones estéticas o metafísicas, pero la prueba real es que haga predicciones que estén de acuerdo con las observaciones”
Siempre me ha gustado una frase que leí por allí: Somos polvo de estrellas de Carl Sagan, y esta lectura sólo vino a confirmar lo que dentro de mi alma yo ya intuía. Somos parte del universo, cada acto surgió de tal manera que propició nuestra vida en este planeta en nuestra galaxia. Si se hubiera cambiado cualquier detalle por pequeño que fuera, tal vez un grado más de temperatura al inicio del Big Bang, o un segundo más tarde la explosión primordial hoy no estaríamos aquí, ustedes leyéndome y yo pensando en ustedes mientras escribo.
Cada acto por pequeño que parezca es realmente importante y tiene una función, desde el inicio del universo hasta el día de hoy todo lo que ha sucedido tiene un propósito, y ese propósito es nuestra misión de vida. Todos somos importantes, todos somos necesarios en este universo lleno de estrellas.
“En otras palabras la singularidad siempre yace en su futuro y nunca en su pasado”
Mientras pasaba cada página y leía toda la información que se me presentaba ante mis ojos no podía evitar pensar en cosas más allá de la Física Cuántica o de Partículas, cada explicación que se me mostraba sobre una teoría me hacía pensar en el paralelismo que hay en nuestra vida, aunque no lo visualicemos a simple vista. Valentina siendo mi primera maestra, ya que siempre me ha enseñado cosas de mí que nunca creí poseer. Soy una persona muy diferente por ella y para ella. Se podría decir que mi vida está llena de singularidades y si ustedes pudieran echar un vistazo a mi pasado no podrían reconocer a la persona que ahora les escribe estas letras.
“Sin embargo, parece ser que el principio de incertidumbre es una característica fundamental del universo que vivimos”
Ahora si me preguntan mis queridos Anaquelianos, que fue lo que entendí de este libro, les diría con total honestidad y una amplia sonrisa que NADA. Así como lo están leyendo, porque si me consultan sobre las teorías acerca de la expansión del universo, o como es que funcionan los agujeros negros o inclusive sobre la dirección del tiempo, no podría darles un dato exacto o correcto, lo que sí podría comentar son varias divagaciones acerca del tema en cuestión y mencionar varias fuentes bibliográficas mezcladas con ideas propias. Pero, lo que sí podría hacer, es comentarles como este libro me abrió la mente a nuevas ideas, me mostró lugares que nunca habría podido concebir por mí misma, me dio un sentido de pertenencia en medio de la abundante soledad que nos pareciera mostrar el universo. Me dio la capacidad de imaginar y soñar.
Me despido mis queridos Anaquelianos, como lo hago siempre, con un deseo desde lo más profundo de mi corazón: que puedan encontrarse con un libro que les abra las puertas de la imaginación y la curiosidad los atrape entre sus páginas, mientras tanto yo trataré de enviar los trastes de la cena por el agujero negro que se ha creado en la cocina.
Erika C.