Ahora en "Relata la imagen", os presentamos al escritor José Salieto con dos relatos introspectivos, como es habitual en él.
Es autor de la saga literaria "Historias de una nueva raza" que consta de 4 tomos: I Génesis, II Éxodo, III Inquietudes y IV Redención. También es autor del libro "Historias al otro lado de la razón", como el mismo nos lo describe "Son 20 relatos que te llevarán por lo recovecos más profundos de la mente y el alma humana".
Os recordamos que podéis enviarnos vuestro relatos, poemas, etc... con la imagen que os haya inspirado para compartirlo con todos los amantes de la lectura y la creatividad literaria.
Es un gran honor contar con estos dos relatos de José Salieto, que nos hablan de los cuatro elementos, disfrutadlos.
Cuatro elementos
Nací cándido, inocente, confiado, lleno de buena fe y sin maldad en mi corazón, sutil y volátil como el aire, creyendo que todo el mundo era como yo. Y no pude ser feliz porque la mayoría se reía y se burlaba de mí y me hacía daño. Y entonces fijé mis pies en la tierra y quise aislarme, endurecerme y no mostrar mi debilidad, dejando que todos pasaran por mi lado sin fijarse en mí. Y tampoco pude ser feliz, porque todos caminaban sobre mí sin prestarme atención, y yo necesitaba ser amado. Entonces decidí ser agua y amoldarme a cada recipiente, a cada persona, para recibir su reconocimiento y su aprobación. Y al principio los recibí,
pero después descubrí que tampoco así podía ser feliz, porque era como cada uno de los demás quería que fuese, y no como era yo. Entonces lo pensé mejor y decidí ser fuego, mostrarme fuerte, independiente, casi destructor, que pareciera que no me importaba nada y que estaba por encima de todo, que estaba dispuesto a hacer daño antes de que me lo hicieran. Pero tampoco esto me dio la felicidad, porque me sentía falso y no era yo. Incluso hacía daño a otros que eran como cuando yo fui aire, y eso no me gustaba aunque lo escondiera.
Entonces, y solo entonces, descubrí que el secreto estaba en el equilibrio. En ser yo mismo sin que me importe lo que los demás digan o esperen de mí. En volar por los aires a baja altura, sin apartarme mucho de la tierra, pero sin quedarme anclado a ella. En amoldarme como el agua para poder escuchar y comprender a los demás, pero sin dejar de mostrar mi verdadera forma. Y en tener la suficiente fuerza y coraje del fuego para vencer las adversidades y enfrentarme a mis errores, y dar calor a quien lo necesita. Y así, como un milagro, nació en mí el amor. El amor a mí mismo, a mis semejantes, a la naturaleza que me rodea y de la que soy parte, al mundo en el que vivo y al universo infinito en el que mi mundo se mueve con la danza de las estrellas. Y con ese amor en mi alma, descubrí que era feliz.
Sin título
Pude volar lejos, alcanzar los horizontes, llenar mi alma de luz y esparcir mi simiente de felicidad por doquier. Pero elegí llevarme por mis pasiones, mis deseos egoístas, mi vanidad y mi orgullo, olvidándome de los demás. Y es que entre el cielo y el infierno, no hay más que una línea tan fina como el filo de una navaja.
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