viernes, 17 de diciembre de 2021

Aventuras de una mamá lectora, recibiendo cartas de Papá Noel 17 de diciembre 2021

  “Un solo sueño es más poderoso que mil realidades” J.R.R.Tolkien

 

Queridos Anaquelianos, ya estamos en el último mes del año, donde las hojas de los árboles han caído casi por completo regalándonos una bella alfombra de tonalidades ocre que hacen soñar a esta mamá lectora y claro también le provoca correr a una niña risueña mientras juega dispersándolas por todos lados. En unos cuantos días daremos la bienvenida al invierno y con los dedos cruzados esperamos que las nevadas nos visiten pronto, ya que un hombre de nieve tiene una cita pendiente con Valentina y yo una guerra a bolazos con mi marido esperando a la orilla de mis dedos.

 

Días atrás Valentina y yo sacamos nuestro árbol navideño y lo decoramos. Aunque las decoraciones nunca se han quedado en su lugar destinado, ya que mi pequeña ayudante de Santa considera que son accesorios muy importantes para su casa de las muñecas, también en ocasiones cobran vida propia para poder pasearse por los sillones, la mesa del comedor y en los lugares que menos se puedan imaginar, como dentro de los sártenes que estaban guardados en la alacena.

 

—Valentina, ¿Qué hace dentro de la olla del ponche el copo de nieve que va en el árbol de navidad?— me he encontrado haciendo esta pregunta últimamente.


Esta esperando a que hagas el ponche mamáescucho como respuesta mientras un desfile de muñecas pasa frente a mí.

 

Esta época es una de mis favoritas, tengo el pretexto perfecto para cocinar cosas deliciosas como pay de manzana, pastel de chocolate o galletas de azúcar e inundar la casa con aromas que traen a la vida recuerdos muy bien guardados. El crepitar de la leña me abraza y reconforta mi alma dándome el motivo perfecto para tomar una taza de chocolate caliente con malvaviscos, aunque por lo regular termino compartiendo mi bebida con un torbellino de cabello rizado que brinca sobre mí.


Todos los días al despertar Valentina lo primero que hace es buscarme y sentarse en mi regazo; todavía se acurruca en mis brazos, aunque sus piernas ya casi alcancen el piso. Estos minutos que duramos abrazadas mientras ella aterriza en el mundo para comenzar una nueva aventura son mi manera favorita de iniciar un nuevo día.


Para entrar en ambiente navideño busqué un libro que las dos pudiéramos leer en estos momentos matutinos, algo que fuera divertido y nos permitiera poner precedente para el día por vivir, por lo que mi mente me susurró lentamente cierto día que doblaba la ropa que había dejado olvidada en un rincón: “el libro de CARTAS DE PAPA NOEL de uno de mis autores favoritos John Ronald Reuel Tolkien, será perfecto para estas mañanas somnolientas acurrucadas entre las cobijas de estrellas”.





Así que al día siguiente cuando los pasitos adormilados de Valentina llegaron a mí, le dije que leeríamos un libro diferente, a lo que ella sólo se acomodó en mi pecho. Cuando las historias de Papá Noel, el Oso Polar y el elfo Ilbereth hubieron captado su atención Valentina me miraba con sus ojos muy abiertos y me dijo:


Mamá, entonces Papá Noel me contestará mi carta esta Navidad.


Mi marido volteó a verme de reojo y con su risa burlona pude saber lo que estaba pensando: “Haber como sales de esta”, yo medité un poco y pensando bien todas mis opciones, sólo pude ver una en mi horizonte:


Creo que es probable que recibas una contestación de parte de Papá Noel, no veo porque no.


La risa de mi marido sólo me hizo entender que estaba metida en un buen lío.

 

“La fantasía es, como muchas otras cosas, un derecho legítimo de todo ser humano, pues a través de ella se halla una completa libertad y satisfacción.” dijo J.R.R. Tolkien y vaya que tiene razón. Porque ahora cada día Valentina me asalta con preguntas que a veces no se como contestar:


Mamá, ¿Papá Noel utiliza el correo o entrega las cartas el mismo?

—Las entrega el mismo— contesto de manera distraída.

 

Mamá, ¿la carta que me escriba Papá Noel estará en español?

¡Claro!, él habla todos los idiomasle digo mientras pelo las papas.

 

¿No se olvidará de contestarme, verdad mamá?

Por supuesto que no, los elfos le recuerdan siemprees mi respuesta acariciando su rostro.

 

¿Cómo logra Santa visitar todas las casas en una sola noche?

Usa magia para viajar por el tiempo y así recorrer todo el mundo respondo mientras cenamos.

 

El hecho de saber que recibirá una carta de Papá Noel ha mantenido a Valentina muy emocionada y a mí me ha dado el motivo perfecto para lograr que sus juguetes entren a su caja de manera expedita; una madre tiene que buscar métodos para sobrevivir mis queridos Anaquelianos.




 

Casa del Acantilado, Polo Norte, Navidad de 1943 

Mi querida Priscilla: 

¡Feliz Navidad! Confío en que este año vuelvas a colgar el calcetín, porque todavía me quedan algunas cositas para ti. Después tendré que despedirme más o menos: me refiero a que no me olvidaré de ti. Siempre guardamos los números antiguos de nuestros amigos de toda la vida, y sus cartas; y con el tiempo esperamos volver a saber de ellos, cuando se hacen mayores y tienen casa propia e hijos…

 

Alguna vez una amiga muy querida me dijo que la Navidad era su época favorita, porque “tenía recuerdos increíbles de Santa” más ahora entendía que eran la expresión del amor tan grande que su mamá tiene por ella.


Mis queridos Anaquelianos, me despido de ustedes agradeciendo me hayan abierto sus hogares y me permitieran acompañarles este año en nuestro querido rincon de Anaquel Literario. Les deseo las mejores bendiciones para estas fiestas, que esten rodeados de todos sus seres queridos llenos de besos, abrazos y ponche. Por supuesto espero que encuentren muchos libros bajo el árbol para que este 2022 podamos compartir nuevas aventuras y experiencias juntos.



¡Felices fiestas!



Erika C.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

martes, 14 de diciembre de 2021

La lista de Frederick Forsyt

 


La lista de Frederick Forsyt


Sinopsis:


Existe una lista secreta que se revisa cada martes en el despacho oval de la Casa Blanca. Contiene los nombres de los terroristas que son tan peligrosos para Estados Unidos, para sus ciudadanos y para sus intereses que han sido condenados a muerte sin juicio. Se llama «La lista», y solamente la ve el presidente y seis homb res más. En la primavera de 2014 se añade un nombre nuevo a esta lista: el Predicador. No saben su nombre verdadero y nunca se ha visto su cara, pero sus sermones en la web son tan poderosos que instigan a jóvenes islamistas a matar y a morir en su nombre. El encargado de destruir al Predicador es el Rastreador, el apodo que recibe Kit Carson, de cuarenta y cuatro años, experto en cultura y lengua árabe, exmarine, ex-SEAL, viudo y uno de los fundadores de un equipo elitista de hombres entrenados para perseguir y cazar a sus objetivos estén donde estén. Virginia, Pakistán, Dubái, Islamabad, Londres, Somalia… el viaje hacia su objetivo es tan complejo que cualquier otro se hubiera rendido; pero el Rastreador tenderá una trampa brillante y utilizará todos los recursos posibles, legítimos o no, para llegar al enemigo.

Opinión personal:

En verdad serían 3.5 estrellas de 5. Es interesante y en ningún momento llega a ser aburrido. Durante todo el libro, la trama mantiene la línea misma de intriga, y la verdad se lee muy rápido y se hace muy ameno.
Para mí no está a la altura de otros libros de Frederick Forsyth como El manifiesto negro o Chacal, pero lo recomiendo.

Juan Nieto 

viernes, 26 de noviembre de 2021

Aventuras de una mamá lectora, viajando en el tiempo

             




¿A qué momento visitarían si pudieran viajar en el tiempo mis queridos Anaquelianos? ¿Cuántos instantes escogerían para vivir de nueva cuenta desde otra perspectiva? ¿Visitarían algún lugar en particular? ¿Conocerían a un personaje importante o visitarían a las personas que ya se encuentran ausentes?


Son muchas preguntas para comenzar nuestra aventura, lo sé, pero que no podríamos hacer si pudiéramos viajar en el tiempo, ¿verdad? 

 



“…A partir de ahora, el espacio por su lado y el tiempo por el suyo están condenados a desvanecerse como meras sombras y sólo una íntima fusión de ellos conservará una realidad independiente” dijo alguna vez un matemático alemán llamado Herman Minkowsky allá por el año de 1908. Y cuanta razón sigue teniendo, el tiempo se desvanece rápidamente sobre todo cuando eres mamá de una niña llamada Valentina. 

 

Para ella el tiempo es algo que sólo “estorba” según sus palabras, cuando le recuerdo que el tiempo de jugar ha terminado y ahora tiene que hacer su tarea.

Mamá ¿podemos no hacerle caso al tiempo y jugar un rato más? Me dice siempre con una mirada de gatito inocente, ella conoce mis puntos débiles lamentablemente, por lo que en ocasiones consigue aplazar ese momento irremediable donde tiene que devolver los juguetes a su sitio.

“Constantemente estamos viajando al futuro” dijo el físico español Roberto Emparan, pero Valentina y yo usualmente viajamos al pasado. 

¿No se los había comentado mis queridos Anaquelianos?, perdonen mi omisión, pero es un secreto que ella y yo tenemos bien guardado. Podemos viajar en el tiempo.

 




Todo empieza así:

Mamá, cuéntame una historia de cuando yo estaba en tu barriga me pide Valentina mientras viene a sentarse en mis piernas.

¿Cuál quieres que te cuente?respondo obediente acariciando sus cabellos alborotados

La del día que salí de tu barriga

Fue un día viernesempieza mi historia ese día me desperté muy temprano, me sentía muy tranquila, no había nervios ni incertidumbre, sólo paz. Me metí a bañar disfrutando de estos últimos momentos en los que estaríamos así, unidas. Cuando me vestía me diste unas pataditas, creo que ya sabías lo que estabas por vivir, así que te dije estás palabras: 

“Vale, en unos momentos más el doctor que te ha estado cuidando por estos meses hará unas cortadas en mi barriga y con sus manos te tomará con cuidado para sacarte de ella. Ya no estaremos físicamente unidas, pero ahora estarás en mis brazos. Podré abrazarte y besarte todos los días, conoceré tus ojos y escucharé tu voz. Habrá personas esperando muy emocionadas para conocerte, tus abuelos y abuelas, tus tíos y primos, pero sobretodo en primera fila encontrarás a tu papá. Todos te esperamos con mucho cariño para acompañarte en tu experiencia de vida. Gracias por darme la oportunidad de poder ser tu mamá.”

Cuando estuvimos listos nos fuimos al hospital, y unos momentos después estabas en mis brazos llorando, pero dejaste de llorar cuando te dije: “Hola Vale”. En ese instante fue donde empezamos este camino juntas.

Mamá  ¿qué ropa me pusiste?

El traje que te regaló tu abuela Letty.

Mamá y ¿porqué estaba llorando?

Porque todo era nuevo para ti y no sabías como decirlo.

—Mamá ¿porqué me sacaron de tu barriga?

Porque ya era tu tiempo de salir.

—Mamá….

A estas alturas ya las respuestas a todas las preguntas se me están acabando. Pero por unos minutos estuve nuevamente en ese quirófano sosteniendo a una beba que se me acurrucaba en mi pecho, mientras daba gracias a Dios por el regalo que me estaba haciendo.

 

Y así podría compartirles muchos momentos más en los que viajamos en el tiempo a través de las historias que Valentina me pide que le cuente. A veces son de cuando ella estaba pequeña, otras de cuando yo era niña, en ocasiones me pide que le cuente como aprendí a cocinar o a ser mamá. Siempre me esta pidiendo que le cuente historias. Y gracias a estos momentos es que puedo revivir los instantes más felices de mi vida con ella.

 

“…Un momento nítido, yo no lo entendía, y después así nomás lo comprendí. Lo noté suceder, quiero ser nosotros dos, sentir otra vez la sensación de perder mis límites, de poder ver la mezcla de presente y futuro por primera vez...”

Tomo prestadas las palabras de Henry en el libro de Audrey Niffenegger La esposa del viajero en el tiempo, para expresar lo que siento cuando veo la emoción de Valentina mientras le doy detalles de las historias que me cuenta, mientras le muestro fotografías de instantes que quedaron inmortalizados para recordarnos todo el amor que esta pequeñita nos ha traído en nuestras vidas.

 




“… Pero te apuesto que es más fácil enseñar todo eso que enseñar a como ser feliz dijo Clare a Henry…”

Yo tengo una excelente maestra, cada día con sus travesuras me enseña como ser feliz con cosas simples, me enseña que tengo todo lo que puedo necesitar.

 

 

Mis queridos Anaquelianos espero que hayan disfrutado de esta aventura, este libro me ha dado el pretexto perfecto para viajar en el tiempo a aquellos momentos que son muy especiales para mí. Espero que ustedes también encuentren ese libro que los transporte a momentos mágicos, lugares inexplorados en alguna convergencia temporal y los regrese a su presente colmados de experiencias con satisfacciones inconmensurables. Yo mientras tanto tengo que atrapar a una resbaladiza niña que no se quiere bañar. ¿Quién dijo que el tiempo era relativo?...

 

 

 

 

 

martes, 16 de noviembre de 2021

Arderás en la tormenta de John Verdon




 Arderás en la tormenta de John Verdon


Sinopsis:


La esperada nueva novela de John Verdon, autor del best seller internacional Sé lo que estás pensando.

La tensión ha ido en aumento en White River. El inminente primer aniversario de la muerte de un motorista negro por el disparo de un policía local inquieta a una población económicamente deprimida y racialmente polarizada, enfrentada por discursos incendiarios, manifestaciones airadas y casos de incendios y saqueos.

La situación en White River se vuelve realmente tensa cuando se producen más muertes en lo que parece ser una escalada de venganzas. Sin embargo, cuando Gurney se pregunta por la verdadera naturaleza de todo este baño de sangre y se centra en aspectos peculiares de cada uno de los homicidios, el fiscal del distrito le ordena desvincularse de la investigación.

Obsesionado con los indicios que no corroboran la versión oficial de los hechos, Gurney decide actuar por su cuenta.

Opinión personal:


Muy bueno, me ha gustado mucho. Me ha encantado la trama o como se desarrolla, de buenas a primeras parece que está a todo a punto de resolverse pero al final vuelta a empezar, y todo gracias a un Dave Gurney inconformista que siempre duda hasta de sí mismo, y le da a la historia un buen ritmo con su ingenio y su manera de llegar al fondo de la verdad. Echaba de menos un libro como este: intrigante, lleno de giros inesperados, suspense y sobre todo ingenioso.
El final me ha encantado. El libro tiene 500 páginas, pero hasta la página 480 no sabes todavía quién puede ser el asesino. Todo el libro es así, cuando piensas en algún sospechoso... zas!!! Vuelta a empezar de nuevo. Una novela que se disfruta muchísimo.
Lo que me gustaría resaltar de John Verdon, es que sus libros, y no sólo este, sino todos en general, no recuerdo ninguno que sea malo y los he leído todos. Es verdad que a lo mejor puede tener alguno más flojo que otro, pero en general, son todos buenos y están siempre en la misma línea. Algo que es de admirar. 

Juan Nieto

viernes, 12 de noviembre de 2021

Vivencias en la tierra de Oz, Aventuras de una mamá lectora

 



Mis queridos Anaquelianos, estoy infinitamente agradecida por tenerlos de nueva cuenta aquí en nuestro rinconcito literario.

 

Como recordaran en nuestra última cita les platiqué de mis vivencias al lado de la malvada Bruja del Oeste, pero no puedo contarles sólo una parte de la historia, ¿verdad? Y mucho me temo que esta parte no es tan alegre como me gustaría que fuese; pero a veces las heridas que tenemos en el alma son las que nos forman en lo que estamos destinados a ser, bien lo han sabido los japoneses a lo largo de centenares de años con su técnica Kintsugi, reparando con oro las heridas para hacerlas hermosas y dejar testimonio de lo que nos han enseñado, dándonos una nueva vida después del dolor.

 

Como ustedes saben ya, para mi el ser madre fue una bendición. Lo que no les he compartido es que mi inquieta Valentina es mi bebe arcoíris. Ella es la promesa cumplida después de eternos días sin sol llenos de dolor.

 

Hace ya nueve años que estuve embarazada por primera vez; empecé por sentirme muy extraña, mi cuerpo se sentía “ajeno”, cualquier aroma por leve que fuera me llegaba, ni el mejor perro cazador podía competir conmigo en aquellos entonces, todo lo podía detectar con tan solo entrar en una habitación; la señal que prendió todas las alarmas de mi cerebro fue cuando quise comer un delicioso emparedado de esa crema de avellanas y chocolate que había sido mi predilecta desde siempre y para mi mala suerte una mañana cuando me disponía a darle un gran mordisco porque estaba que me moría de hambre, sólo sentí ganas de devolver lo poco que traía en mi estómago.


Recuerdo que pedí permiso para salir de la oficina y me fui desesperada a casa, de camino hice una parada en la farmacia y agarré la primera prueba de embarazo que estaba a la mano. No sabía que pensar; la verdad, me parecía irreal estar comprando este tipo de cosas. La muchacha que me atendía podía notar mi nerviosismo ya que cuando me dio el cambio me dijo que me deseaba la mejor de las suertes.


Llegué rápidamente e hice el procedimiento clásico en este tipo de situaciones, cual fue mi sorpresa al descubrir el resultado positivo. Inmediatamente le llamé a mi esposo y le solté tal cual lo que estaba pasando sin dejarlo siquiera reaccionar. Fue un momento difícil de explicar, dado mi situación de salud y todo el peregrinar que había vivido ya anteriormente.


Le marqué a mi médico para decirle lo que “me estaba pasando” y él muy amablemente me hizo un espacio al día siguiente para revisarme. Las horas se me hicieron eternas, pero finalmente pude ver un pequeño frijolito dando vueltas y escuchar un latido tan fuerte que arrancó lágrimas de mis ojos con mucha facilidad.

Era oficial, estaba embarazada. 


Los días pasaron y mi barriga comenzó a crecer, no podía comer casi nada porque las nauseas eran muy fuertes, pero lo que más me podía era que mi emparedado de crema de avellanas con chocolate me era totalmente repulsivo. “Cuando nazcas bebe, comeré todos los emparedados que no me has dejado comer en estos días” fue lo que le dije mientras acariciaba mi insipiente, pero notable barriga.


Los días dieron paso a las semanas que yo contaba emocionada, haciendo planes y buscando nombres que estuvieran llenos de significado. 


De un día para otro mis nauseas matutinas dejaron de aparecer, pensé que era parte del proceso, no le di importancia. El cansancio se hizo cada vez menos notorio y me sentía más “ligera”. Había una voz que me susurraba que algo había cambiado. “No pasa nada” era el comentario nervioso de mi marido tratando de calmarme. Pero cuando se escucha esa voz es difícil ignorarla. Nuevamente me encontré llamándole a mi médico para que me hiciera un espacio antes de la cita programada, pero esto sólo fue posible hasta dos días más adelante.


Esos días fueron vivir en el infierno de la duda. Yo presentía lo que estaba pasando, pero no quería creerlo.

Un ultrasonido más tarde se reveló mi temor, el corazón de mi bebe había dejado de latir. Ya no había más crecimiento de mi frijolito. Ya no sería mamá.




La noticia me hizo pedazos. Había perdido a mi primer hijo.

Los días que siguieron fueron los más difíciles en mi existencia, no hay palabras para describirlos, no me atrevo siquiera a intentarlo.


Cuando todo hubo pasado, me dieron un permiso para faltar a mi trabajo debido a unas complicaciones de salud, estando yo en casa lo primero que pude pensar en los ratos de soledad cuando mi esposo se iba a trabajar, era en leer algo que me llevara lejos de la realidad.


El primer libro que tomé fue El Mago de Oz de Frank Lyman Baum. Era una lectura fácil que me ayudaría a pasar el rato.

Empecé a seguir el camino amarillo al lado de el espantapájaros, el hombre de hojalata, el león cobarde y la bella Dorothy al lado de su fiel Toto.


Las palabras de El Mago de Oz al hombre de hojalata resonaban en mi mente:

 

“Creo que cometes un error al querer un corazón. Eso hace desgraciadas a la mayoría de las personas”.

 

Por momentos quería yo también seguir el camino amarillo para llegar con el Mago de Oz y pedirle lo que Dorothy y sus amigos le pedían: Un corazón nuevo, ya que el que tenía se me había partido en pedazos, la valentía necesaria para afrontar todo lo que estaba viviendo y los sesos suficientes para poder entender por todo lo que estaba pasando, pero sobre todo quería irme a un lugar donde pudiera sentir que era mi hogar, ya que todo me parecía gris y sombrío así como la niña de los ojos grandes describía su amado Kansas:

 

“… Por muy grises y sombríos que sean nuestros hogares, nosotros, la gente de carne y hueso, viviríamos allí antes que en ningún otro país...”

Pero yo si quería huir de donde estaba…

 

El tiempo pasó y todo volvió a su ritmo. Mi regreso a la oficina me ayudó a sobrellevar mi dolor; hubo personas tan amorosas conmigo que en un abrazo me ayudaban a pegar los pedazos de mi corazón que aún estaban sueltos, así como hubo personas tan insensibles que llegaron a comentarme que no pasaba nada, “al fin y al cabo estaba muy pequeño y no sentía nada...” Pero yo si sentí, yo fui madre por espacio de esas semanas, lo sentí moverse, me dio un nuevo sentido de existencia. Había sido madre, más no pude ser mamá.

 

“La experiencia es la única fuente de conocimientos, y cuanto más tiempo permanezcas sobre la tierra, tan más experiencia tendrás, sin duda, dijo el Mago de Oz…”




 

Y es verdad, no todas las experiencias que vivimos son hermosas, unas nos desgarran para que podamos volver a recomponernos más fuertes, más sabios, el dolor se vuelve un hermoso pegamento dorado cuando dejamos que nos transforme y nos permita ver el mundo con nuevos ojos.

 

Anaquelianos espero que puedan arroparse en las maravillosas letras de un libro cada vez que el mundo los quiera hacer pedazos, y que las palabras que en él puedan leer los vuelva a unir dejándoles más fuertes que al principio. Yo vuelvo a mis deberes ya que mi Valentina ha descubierto que con una silla puede alcanzar perfectamente el frasco de la crema de avellanas con chocolate que tan recelosamente tengo guardado, creo que ha recibido un poquito de “ayuda” de parte de su hermanito mayor.

 

 

 

 Erika Castillo

 

 

 

 

viernes, 29 de octubre de 2021

Las brujas verdes son buenas niñeras, Las aventuras de una mamá lectora

             



El fresco viento que me regalaba el amanecer despabilaba mis sentidos mientras la carretera se desplegaba frente a nosotros, el sol se asomaba despeinado por el horizonte al igual que mi reflejo por el espejo retrovisor; faltaba poco por llegar a casa, pero en mi mente seguía yo sentada en el auditorio con las luces de color verde tenue fluyendo frente a mí, podía ver el Dragón del Reloj y escuchar la melodía de las canciones que acompañaban la historia de La Malvada Bruja del Oeste. Desde que me enteré de que la obra de teatro Wicked daría funciones, mi mente trazó un meticuloso plan para poder ir a verla. Esto involucraba primeramente convencer a mi marido de ir a sentarse dos horas a escuchar un musical; que para ser totalmente honesta con ustedes no fue una tarea fácil ya que dicha representación teatral carecía de zombis y de monstruos acechando a inocentes corriendo sin esperanza, pero si se excedía en cantos y bailes nada atractivos para su gusto. Mas mi poder de convencimiento triunfó y compramos los boletos, también el ir a ver la obra implicaba un cruce de fronteras hacía el vecino país del norte, por lo que el plan debía incluir el reservar una habitación de hotel para pasar la noche. El día elegido estuvo perfectamente organizado, me levanté muy temprano e hice todos mis deberes tratando de aparentar calma, cuando en realidad por dentro estaba que brincaba en un solo pie de la emoción. Tenía mi vestido preparado junto a mis zapatos de color rojo que lo acompañaban, todo como lo había visualizado en mi cabeza desde el primer momento. Cuando se llegó la hora de partir tomé mi libro de la Bruja Verde y me subí al auto: “Vamos a ver al Mago de Oz” dije cantando mientras mi marido se reía por mi entusiasmo infantil. Cuando la obra terminó fuimos a cenar, pero como ya casi era media noche fue difícil encontrar un lugar abierto, aún así nos topamos con unas hamburguesas deliciosas, mas no se si fue el hambre o la alegría que aún permeaba en mi lo que las hizo tan sabrosas. Por circunstancias que no vale la pena mencionar nuestra reservación de hotel no fue respetada, lo que nos llevó a la tarea de buscar algún otro lugar para pasar la noche. Cual fue nuestra sorpresa que todos los hoteles estaban llenos y no pudimos encontrar habitaciones disponibles; al habernos dado cuenta de nuestra falta de alojamiento fue que decidimos regresar a casa cuando el reloj anunciaba que pasaban ya de la 1 A.M. Esta serie de eventos fue la que originó la escena que les he compartido al inicio de esta aventura. 

 

Queridos Anaquelianos, gracias por acompañarme en nuestro rincón de Anaquel Literario junto a una de mis brujas favoritas, Elphaba Throop La Malvada Bruja del Oeste.

 

Antes de ser madre mi vida estaba llena de situaciones que en ocasiones se asemejaban a las historias de Alicia en el País de las Maravillas, siendo yo el conejo blanco que siempre miraba su reloj porque llegaba tarde. Todo el día se me pasaba en cumplir asignaciones y solucionar situaciones tan efímeras, pero a la vez tan complicadas ocasionándome así mis primeros cabellos blancos. Entre auditorías y reuniones siempre me escabullí en los libros para poder mantener mi cordura, uno de ellos como bien adivinan fue Wicked de Gregory Maguire. La historia de la Bruja Verde siempre me fascinó y cuando por fin pude meter mi nariz en el libro fue uno de los momentos más gratos de mi vida. Claro que la historia que se desplegaba frente a mis ojos nada tenía que ver con la que yo creía conocer, así que tuve que ajustar mis lentes y sentarme a leer bajo una nueva perspectiva.

“Me gusta el sonido de las palabras, pero nunca espero que mi lenta y sesgada impresión del mundo cambie con lo que leo. "

 


Esta frase fue una de las que me hizo entender que me había adentrado en un mundo muy diferente a la del camino de ladrillos amarillos me había llevado tiempo atrás.



El tiempo pasó y el libro regresó a su lugar en el librero, mi vida seguía circulando alrededor de los auditores y las finanzas que nada feliz me hacían, pero que me enseñaban bastante. Hasta que un día por la insistencia de mi sobrino, que cada vez que me veía me decía: “Tía, tú tienes a mi hermanito en tu barriga”, decidí hacerme una prueba de embarazo y para mi sorpresa resultó que mi pequeño “bodoque” tenía razón.

La incredulidad no me permitía hablar para decirle a mi marido lo que había descubierto, mi falta de aceptación en las dos líneas de color rosa que estaban frente a mí viene de una historia muy larga con una enfermedad que me ha marcado y me ha formado hasta llegar a ser lo que soy ahora; varias veces escuché decir a los médicos que yo no podría ser madre, que no albergara muchas esperanzas; pero aun así en mi corazón siempre hubo una pequeña luz que nunca se apagó, aunque en ocasiones era bastante doloroso verla encendida y mi falta de fe quería apagarla para no volver a pensar más en ella.

 

Cuando me hube recuperado del susto y mi marido supo lo que estaba sucediendo fue el momento más feliz de mi vida, todo lo sufrido habría valido la pena si al final podría yo tener a mi bebe en brazos, pensaba. La alegría se mezcló con el miedo a los pocos días de la noticia, varios hallazgos me hicieron ir a dar con el médico, quien conociéndome de muchos años atrás se había ya convertido en un amigo para mí, él me prescribió entre muchas otras cosas reposo absoluto. Si había una posibilidad de lograr a mi bebe, esa sería la única forma de hacerlo.

 

Siendo yo amante de la vida en movimiento, fue difícil sentarme en la cama y ver como todo seguía su curso. Ahora me tocaba ser espectadora. Mientras mi barriga crecía, la pila de libros al lado de mi cama se hacía más pequeña, debo de admitir que al principio si fue muy difícil abandonar de un solo golpe todo lo que, pensaba yo, me había definido, pero al poco tiempo mis amigos los libros me brindaron esa compañía tan necesaria, abriéndome nuevos mundos de aventuras que podía yo experimentar sin tener que mover un solo dedo.

Nuevamente Wicked estuvo allí para llevarme a la Ciudad Esmeralda; en las largas noches que Valentina no dejaba de patalear yo leía en voz alta para que se calmara y eventualmente me dejara dormir un poco; desde ese entonces ella ya me dejaba ver lo que sería mi vida a su lado, un sinfín de aventuras.

 




… “Pero ¿vale la pena vivir en la forma incorrecta?, dijo Elphie.

El interior no cambia, respondió la Princesa Nastoya, excepto por la propia intervención, de la cual no debes tener miedo, sólo tener cuidado…

Escúchame hermana, continuó la Princesa Nastoya, recuerda esto: Nada esta escrito en las estrellas. No en estas estrellas o en algunas otras más. Nadie controla tu destino…

Elphaba no podía responder…

 

Me despido por el momento mis queridos Anaquelianos con estas palabras, que para mi resultaron ser verdaderas. Ahora siguen mis pasos pequeños piececitos que utilizan mis zapatos rojos para jugar por la casa secuestrando mi libro mientras se pretende que es leído; mis costumbres son imitadas de manera silenciosa lo que me hace darme cuenta de la responsabilidad que tengo sobre mis hombros y agradecer cada día cuanto amor recibo entre sonrisas, muñecas por el piso y travesuras interminables.

 


Erika Castillo

 

 

 

 

 

viernes, 15 de octubre de 2021

Las aventuras de una mamá lectora, Frankenstein y las cosas perdidas

            




 Bienvenidos Anaquelianos otra vez a este rinconcito del mundo para compartirles una aventura nueva acompañada de Valentina y nuestro querido amigo Frankenstein.

 

Primero déjenme contarles que Frankenstein es uno de mis tantos libros favoritos, es difícil escoger uno, la verdad; es ese libro que siempre está a un lado de mi cama junto a todos los demás que les he prometido incontables veces que serán abiertos y leídos próximamente, pero que aún siguen en lista de espera. Más de una vez esa pila de libros me ha mirado recelosa porque en lugar de empezar una nueva lectura tomo a Frankenstein y me dejo llevar por las letras de Mary Shelley. Una de las frases que mejor puede expresar mi sentir sería haciendo mías las palabras de la creatura:

 


Al leer lo hacía a través de mis propios sentimientos y triste condición, y así llegué a encontrarme parecido, al mismo tiempo que distinto de los seres que protagonizaban tales historias o de aquellos cuyas conversaciones escuchaba…

 

Como han de sospechar Valentina ha mostrado un ávido interes por el libro con la cara del mostruo, en más de una ocasión he disfrutado enormemente el contarle la historia de un hombre que era diferente a los demás y que sufría mucho por ello,  después le explico la importancia de ser siempre amables con todas las personas, pues no sabemos por lo que están pasando. Claro que no es la versión original pero mi niña apenas tiene cinco años. También le he mostrado otras adaptaciones de este personaje tan querido por la humanidad, una de mis favoritas es la versión que se encuentra en la serie de 1964 de televisión The Monster Family. Esta serie nos ha acompañado muchas veces a la hora de comida arrebatandonos una que otra carcajada.

 

Dejenme explicarles mis queridos Anaquelianos que una mamá tiene que usar más de una técnica de convencimiento, persuasión o inclusive amenaza para poder lograr un fin… Bueno en un momento de brillantez maternal que tuve hace mucho, le comenté a Valentina que las mamás tenemos un poder especial y sabemos cuando los niños mienten; porque se les ponen las orejas de color verde, pero esto sólo lo podemos ver nosotras. Así que cuando quiero descubrir algo le pregunto: ¿Por qué tienes las orejas verdes? Acto seguido escucho la verdad completa salir de su pequeña boquita. También en alguna coyuntura del existir  cobró vida el Señor Nadie, quien es el responsable por las manchas de leche en el piso, los juguetes  desordenados y cosas extraviadas, inclusive a veces ha sido el responsable del desorden de mi marido; pero sin darme cuenta el Señor Nadie cambió de nombre y le comunicó a Valentina que se llamaba Fankentein.

Todavía tengo el privilegio de escuchar palabras mal pronunciadas como No te cupebes, que se traduce: No te preocupes. Le poni leche, que significa serví leche en un vaso, o de frases tan hermosas como: Las imágenes de mis ojos cuando duermo, teniendo de significado los sueños. Este privilegio se desvanece rápidamente entre los días, en un determinado momento una palabra pierde su magia y se convierte en el vocabulario de la vida diaria. A veces la maternidad implica aprender a soltar cotidianamente lo que más amas, para dar paso así a la nueva vida que se forma frente a mis ojos.

 




Siendo Frankenstein el culpable de la mayor parte de las cosas sin explicación, que suceden en casa, estoy acostumbrada a preguntar donde se encuentra mi blusa favorita, por ejemplo, para escuchar una respuesta de tipo:

Mamá Fankentein se la puso a mi muñeca Natalia, porque tenía frío.

Si no encuentro la tapadera del sartén del arroz, Fankentein la puso en la cocinita de Ana y Elsa, si mi pulsera está dentro de la alacena fue porque esa creatura la escondió allí.

 

Cierto día que Valentina hizo uso de su imaginación, considerando necesario tener todos los juguetes desparramados por la sala, pareciendo así que la casa había estornudado hacia dentro dejando todo fuera de lugar, sentí mías las palabras de la creatura:

 

 

Yo no estoy dispuesto a someterme a la esclavitud más abyecta. Vengaré todas las injurias que se me hagan, y si no puedo inspirar amor, inspiraré terror…

 

Y con la voz maternal que se puede tener en estos casos exclamé:

Valentina, si no están ordenados estos juguetes, los voy a desaparecer todos.

—Vamos corriendo chicos— contestó ella desde el otro cuarto.

Sus pasitos fueron acompañados de todos los amigos imaginarios que aún juegan con ella y la incitan a varias travesuras.

 

Cuando la comida estuvo lista, nos sentamos a la mesa, por supuesto la serie en blanco y negro de los mostruos nos acompañó.

Al terminar cierto plato de princesas se quedó sin levantar, a lo que pregunté que se haría con él, la respuesta que obtuve fue:

Fankenstein lo puede poner en el lavaplatos, mamá no te cupebes…

 

 

Aquí los dejo Anaquelianos, espero que se encuentren con un libro que les regale un personaje que se haga parte de sus vidas, regalándoles aventuras que se queden grabadas en su memoria y muy dentro de su corazón; yo mientras tanto averiguaré como cobrar renta al nuevo inquilino de nuestra casa Fankentein.

 

 

Erika C.