En cada niño se debería poner un cartel que dijera:
Tratar con cuidado, contiene sueños.
Mirko Badiale
Mis queridos Anaquelianos gracias por permitirme compartir con ustedes mis aventuras lectoras, el escribir para ustedes es un privilegio que me ha sido gratamente concedido y por el cual nunca dejaré de sentirme agradecida.
Como bien saben ustedes las peripecias de mi camino por la maternidad de la mano de mi querida Valentina ha estado llena de tropiezos y aventuras inimaginables. Aun así nunca he compartido con ustedes uno de los roles que en mi vida me llena de orgullo y satisfacción. Soy tía de tres niños llenos de energía, carisma y con la cabeza llena de ideas traviesas que nos han metido en más de un aprieto en contadas ocasiones.
Hace nueve años, me encontraba sentada en la sala de espera de un hospital tan frío y hueco que hacía que la desesperanza saliera corriendo por la puerta principal; bueno, al menos así me hacen sentir los hospitales cada vez que entro en ellos, pero eso es tema para otro día. Volviendo a lo que me ocupa en esta ocasión, estaba yo esperando junto a mi mamá en una silla tan incómoda como la piedra que se mete en el zapato cuando caminas una larga distancia. De pronto una voz carrasposa interrumpe la fría tranquilidad:
- El bebe ha nacido... Pueden pasar a verlos.
Mis pasos se sentían frágiles, las manos me sudaban, estaba por conocer a quien sería un gran amor en mi vida, mi pequeño bodoque Jesús. En el momento que lo tuve en mis brazos mi corazón explotó en mil partículas, cada una llena de un sentimiento indescriptible para mí. Él fue quien me hizo tía. Él fue quien lleno mi vida de ilusiones. Él fue mi pequeño gran amor.
Y la roca, por su parte, no se da cuenta siquiera de nuestra existencia porque solo existimos un breve instante de su periodo vital. Para ella, nosotros somos como chispas de luz en la oscuridad.
Después de ese momento vinieron muchos instantes llenos de sonrisas, balbuceos y pañales cargados de materias extrañas que parecían tener vida propia. Mi labor como tía era la de llegar y hacer travesuras con este regalito de la vida y enseñarle todas las cosas que ahora no me puedo permitir hacerlo con mi hija por temor de crear un monstruo; esa es una de las bondades de ser tía, mas una contraindicación en ser mamá.
Hoy mientras escribo estas letras ese bodoque se ha convertido en un jovencito de mirada dulce y corazón gigante, que tiene una pasión creciente por las carreras de motocross. Cierto día absorta estaba en una realidad donde un virus había atacado a la población del cual no sabían nada y los científicos apresuradamente intentaban contenerlo, estudiarlo, para así poder combatirlo; no mis Anaquelianos no estaba viendo las noticias, estaba leyendo un libro llamado LA AMENAZA DE ANDROMEDA de Michael Crichton; cuando de pronto recibí una llamada con un interlocutor que extasiado me platicaba acerca de una carrera de 4x4 a la que había asistido el día anterior. Mientras lo escuchaba mi mente escapó de esas imágenes aterradoras de trajes de conteción, estudios con resultados inconclusos y muertes incontenibles para poder alojarse en aquella memoria del primer abrazo que tuvimos tanto tiempo atrás, cuando yo lo sostenía en mis manos con miedo de dejarlo caer, pero prometiéndole que nunca lo dejaría solo si la vida me lo permitía.
Burton sabía que todo estribaba en que a uno le acompañase la suerte, en que se hallara en el sitio preciso y haciendo el trabajo acertado cuando llegue el momento.
Cuando me topé con estas palabras en las hojas de este libro, que en si ya tiene una historia a parte que contar; ya que en el dorso aparece que en algún momento de la existencia su valor era de sólo 40 pesetas; las imágenes inundaron mis recuerdos, mientras escuchaba el relato de esa carrera tan emocionante, el tiempo paso sobre mí, dejándome un chico de mirada vivaracha como mi mejor compañero donde antes hubo un bebecito de cachetes rosados y llanto estruendoso. Entendí que estaba en el lugar adecuado en el momento correcto.
Eso es lo importante. Que comprendamos…
Anaquelianos me despido de ustedes con el corazón agradecido por permitirme ser testigo de la vida de un ser maravilloso entre las páginas de los libros que han marcado mi existir. Les deseo que se encuentren con un libro que los acompañe en los momentos más gloriosos de su vida y les abrace con las historias que marcan su camino por la vida, mientras tanto yo me dedicaré a comer un delicioso pastel de cumpleaños.
Erika C.
¡Buen provecho! Gracias por todo lo que nos compartes ¡Me encantó!
ResponderEliminarEs un verdadero privilegio 🥰🥰
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