viernes, 12 de agosto de 2022

Las aventuras de una mamá lectora, los sueños azules de Valentina

 

Todo gran sueño comienza con un gran soñador. Recuerda siempre: tienes en tu interior la fuerza, la paciencia y la pasión para alcanzar las estrellas y cambiar el mundo.

Harriet Tubman

 

La noche había caído lentamente sobre la ventana dejando titilar las estrellas sobre la colcha con colores de arcoíris. Los grillos arrullaban a las flores que lento cerraban sus pétalos esperando el nuevo día para brillar con intensidad. Una niña de cabellos rizados y ojos somnolientos se abrazaba a su mamá mientras escuchaba las aventuras de quien había caído por una madriguera de conejo a un mundo donde todo era extraño, por no decir diferente. 

Las hadas rociaron polvos soñadores sobre los rizos castaños mientras su tintinear se confundía con la voz de su mamá.  “Dulces sueños corazón chiquito” dijo ella mientras salía de la habitación evitando hacer cualquier ruido que arrancara a su pequeña de ese mundo de ensueños al que acababa de entrar.

 

 

Suena encantador ¿verdad? Bueno, déjenme informarles mis queridos Anaquelianos que esto que acaban de leer es en su totalidad pura y total fantasía. La realidad está llena de saltos, gritos, brincos y lágrimas de desesperación, usualmente derramadas por quien ahora escribe estas letras. 

 

Sean bienvenidos una vez más a nuestra aventura literaria mientras intentamos mandar a dormir a la pequeña de rizos castaños de Valentina.

 

 

“Entonces me miró. Yo creía que me miraba por primera vez”

 

 

Mis queridos Anaquelianos, ¿Cómo es su rutina para ir a dormir? Disculpen el atrevimiento de mi pregunta, pero si algo se disfruta, es ese momento en que empezamos a desconectarnos del mundo para poder adentrarnos en nuestra propia existencia. Los hay quienes para poder relajarse antes de dormir salen a caminar, otros toman un baño caliente mientras su música favorita los acompaña, hay otros que se meten a su cama con su pijama favorita y se ponen a leer hasta que los párpados se cierran por si sólos… En fin, cada quien tiene su propia manera de entregarse al mundo de los sueños, donde se puede ser lo que sea y lograr cualquier cosa que se pueda imaginar. 

 

En el caso de Valentina cuando llega la noche mi sufrimiento empieza, el de ella también, si soy más precisa. Y, es que la verdad,  no le gusta dormir. Si han leído bien, ella tiene aborrecido el momento de ir a la cama. Esta situación viene desde que ella era una bebe regordeta de mejillas rosadas. Lograr que durmiera se convertía en una labor de dimensiones titánicas. En varias ocasiones me vi tentada a impedir el paso por la calle donde vivíamos con tal de evitar cualquier ruido que pudiera llegar a molestar sus minutos de dulces sueños.

 

Mas si no era el ruido de una hormiga robándose un trozo de azúcar o la respiración del vecino que vivía en la otra cuadra, inclusive mis pensamientos ordenándose para evitar colapsar, la cuestión era que siempre había algo fuera de mi alcance materno que la hacía despertar. Ya cuando creció y descubrió que podía jugar con la comida yo estaba esperanzada verla caer en brazos de Morfeo en su sillita de comer. Nunca sucedió. ¿Será acaso que este dios griego se habrá ofendido conmigo por alguna situación?

 

Para no hacer más larga la historia, Valentina siempre ha sido difícil para dormir. Lo cual significa que yo tengo que emplear más de una técnica para lograr tan esperado fin.

 

 




“Yo soy la que llega a tus sueños todas las noches”

 

Cuando cae la noche Valentina empieza su acostumbrado alegato:

—Mamá, no quiero dormir, ¿puedo jugar otro rato más?

—No corazón, ya es tarde, mejor mañana 

—Pero ¡es que dormir es muy aburrido! 

—Vamos a intentarlo juntas ¿te parece?

 

Para cuando termino de decir esto ella ya ha salido corriendo, riéndose y diciendo que no puedo atraparla. Su mirada me busca pidiendo que yo siga jugando con ella, aunque sólo encuentra a una mamá que ya está bostezando profusamente.

 

—Escoge la pijama que más te guste — digo en tono conciliador

—Todavía no quiero dormir, traigo muchas energías, ¡vamos a jugar!— dice bricando por todo el cuarto

—No te voy a contar una historia, si no te metes ya a tu cama— digo amenzadoramente

 

Esto siempre la hace repensar sus opciones, más cabe mencionar que en varias ocasiones no ha surtido el efecto deseado. Para fines de esta aventura mis queridos Anaquelianos, les compartiré de las veces que si se metió a la cama y se puso a escuchar la historia que salía de mi imaginación.

 

“Sin embargo, siempre he olvidado al despertar cuales son las palabras con que puedo encontrarte”




 

Hadas, duendes, estrellas, unicornios y todo ser mítico han hecho presencia en nuestro pequeño rinconcito. Me han ayudado a dar una lección acerca de como compartir o de la valentía que se requiere para usar la bicicleta sin las rueditas de atrás. Hemos vivido momentos extraordinarios antes de pisar la tierra de los sueños.

 

Una vez Valentina con mucha seriedad me preguntó:

—Mamá ¿puedes meter en mis sueños al hada que vive bajo el cerezo para que juegue conmigo?

—Duérmete y allí la encontrarás — contesté rogando que así sucediera.

 

Cual sería mi sorpresa que a la mañana siguiente cuando ella despertó, lo primero que hizo fue ir corriendo a acurrucarse en mis brazos en el sillón de la sala y con voz adormilada mencionó:

     ¡Si llegó el hada a mis sueños!, ¿la puedes volver a mandar hoy, por favor?

 

 

“ Su vida estaba dedicada a encontrarme en la realidad, a través de esa frase identificadora. Ojos de perro azul”

 

Y es así como nació otra de nuestras tradiciones. Antes de dormir Valentina me pide que es lo que quiere que le mande a sus sueños y yo con toda diligencia cumplo con el requerimiento. A la mañana siguiente ella siempre me cuenta de todas las cosas que le hice llegar mientras ella dormía. 

 

¿Quién fue uno de mis asesores en esta tarea? Pues nada más que Gabriel García Márquez y su cuento Ojos de perro azul. Esta historia la he leído tantas veces que ya casi puedo decir que la se de memoria. 

El sólo hecho de imaginarme a estos dos enamorados separados por la realidad me hace pensar en todas las cosas que habitan nuestros sueños que no pueden llegar a nuestro mundo tangible. ¿Cuántas cosas muy queridas para nosotros no olvidaremos justo al abrir los ojos? ¿Cuántas ilusiones no se perderán con los primeros rayos del sol? 

Por que estamos formados de sueños, de ilusiones que se forjan en nuestro corazón a través de la existencia por este mundo, y al olvidarlos es como si dejáramos pedazos de nuestro ser esparcidos para que el viento los disuelva.

Es una realidad muy cruel si no vivimos nuestros sueños, ¿verdad?

 

“Eres el único hombre que, al despertar no recuerda nada de lo que ha soñado”

 

Mis queridos Anaquelianos me despido de ustedes como siempre lo hago, deseándo que un libro los lleve a soñar sus ilusiones más entrañables y que les permita traerlas a la realidad para poder vivirlas cada día, mientras tanto yo empezaré la eterna danza entre la habitación de Valentina y la sala para poder convencerla que es hora de ir a soñar.

 

Erika C.

 

 

 

 

2 comentarios:

  1. ¿Podrías enviarme a alguien a mis sueños también? Me encantan tus letras, muy conmovedoras, emotivas y llenas del amor hacia tu pequeña Vale, un abrazo enorme para ambas. Toda mi admiración para ti, mamá lectora.

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    1. Gracias por tus palabras 💖💖

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