viernes, 1 de julio de 2022

Aventuras de una mamá lectora, una lección de Rosario

 “Cuando se es madre, nunca estás realmente sola en tus pensamientos. Una madre siempre tiene que pensar dos veces, una vez por sí misma y otra vez por sus hijos

 Sophia Loren

 

Queridos Anaquelianos que placer tan grande el coincidir nuevamente en nuestro rinconcito literario. Me siento privilegiada de la amistad que hemos ido forjando a lo largo de estos viernes por medio de nuestro amor hacia los libros y el maravilloso mundo de la literatura.

Como ustedes saben, uno de mis deseos más grandes siempre fue ser madre, desde que tengo uso de razón siempre me soñé con un bebe en brazos mientras lo arrullaba a la luz de la luna. La imagen en sí era muy romántica, muy alejada de la realidad cabe mencionar, ya que para poder personificar semejante cuadro he tenido que pasar por una serie de pruebas que hasta el más complicado triatlón se antoja como un paseo en una tarde de verano.

Pero, en realidad, ¿qué es ser madre? 

Esta pregunta es capciosa por si misma, y difícil de dar una respuesta concreta. Para algunas mujeres maternar significa concebir en el vientre a un pequeñito o pequeñita -según sea el resultado de la lotería genética-  fruto del amor hacia alguien más, otras prefieren métodos más modernos y eligen el camino de la maternidad en solitario de la mano con la ciencia, algunas más deciden que la figura materna la representaran en la vida de sus sobrinos siendo la que los cuida, consciente y apapacha. Para otras, el llevar un ser en el vientre durante nueve meses no es necesario y dedican su existir a dar vida a pasiones, metas y proyectos que las llevan por caminos llenos de aventuras y aprendizajes. En fin, cada mujer encuentra su camino a la maternidad mientras pasea por la vida.

Y existen muchas definiciones más, así como combinaciones de colores en una tarde de lluvia soleada. Aun así, ¿Cuál es la definición de la maternidad?

Aquí me permito hacer un brevísimo resumen de una de mis pasiones, la mitología. Podría pasar horas estudiando a estos seres tan irreales pero a la vez tan perfectamente humanos y nunca cansarme de sus historias. Prosiguiendo, por ejemplo, los griegos tienen a Gea, quien fuera esposa de Cronos y la madre del gran Zeus – la mitología griega sería tremendamente corta si este dios mantuviera sus pantalones en su sitio, pero eso es asunto de otra aventura- esta diosa tuvo que luchar por mantener con vida a su descendencia ante el que fuera su pareja y hacer que éste se tragara una piedra en lugar de su último hijo; de quien sabemos se convertirá en un díscolo espécimen masculino;  para que cuando llegue el momento adecuado su más pequeño vástago enfrente a su padre y poder traer de nuevo a la vida a todos sus hijos dando así, paso a un sinfín de historias, como las de Homero.




Después nos podemos ir a pasear a los Andes y conocer a la deidad llamada Pachamama, quien es la gran Madre Tierra, benévola, siempre compartiendo sus frutos con los hombres, también convirtiéndose en su refugio para la vida en el otro mundo. Siguiendo nuestro hilo por la historia, vamos a hacer una parada con los aztecas y la Gran Madre Coatlicue,quien diera vida a todos los dioses siendo muy bondadosa pero a la vez insaciable devorando todo a su paso. De aquí iremos al antiguo Egipto para conocer a Isis, La gran diosa madre, una protectora guerrera que tuvo que luchar con Seth para recuperar el cuerpo de su amado Osiris y criar a su sobrino Horus, de quien sabemos se convertirá en el dios de el alto y bajo Egipto. Regresando a México podemos conocer a Ixchel, la diosa maya de la fecundidad representada por la luna y para concluir nuestro viaje iremos hasta Babilonia, para presentarnos frente a Tiamat diosa del caos y la creación; de sus lágrimas nacieron los ríos Tigris y Éufrates, que como bien nos enseñaron en la escuela permitieron que florecieran las civilizaciones de la Antigua Mesopotamía.

 

Se han de preguntar el por qué los he llevado de paseo por la historia. Hay un común denominador en todas estas representaciones de la maternidad. Todas son mujeres fuertes que tienen que enfrentarse a circunstancias extremadamente difíciles para salvaguardar el bienestar de sus hijos, han de ser bellísimas, benévolas pero también poseen el don de la destrucción -  la imagen de una madre con una chancla en la mano se me viene a la mente mientras escribo estas líneas, no me culpen queridos Anaquelianos- en su destino se incluye también innumerables alegrías y muchísimas lágrimas que como mencioné antes pueden dar la existencia a ríos y mares. 

 

“Yo anduve extraviada en aulas, en calles, en oficinas, en cafés; desperdiciada en destrezas que ahora he de olvidar para adquirir otras”

Para mí no fue difícil el decidir ser madre, como ya les he contado antes, creo que desde que mis padres pusieron una muñeca en mis brazos y me dijeron que jugara a que era mi bebe, supe que ese era mi destino. Empero esto no quiere decir que haya sido fácil convertirme en lo que ahora soy. Asímismo hago una mención aquí, el ser mamá de mi querida Valentina ha sido el mayor regalo que he podido recibir de los cielos, pero la transformación en este papel de vida me ha costado deshacerme de varias plumas y algunas de ellas han dejado espacios que nunca serán llenados de nueva cuenta. 

 

“Porque perdí mi antiguo nombre y aún no me acostumbro al nuevo, que tampoco es mío”

 

Y, es que transcurrir de ser mujer para ser mujer-madre es una metamorfosis que nadie te enseña a sobrellevarla, a pesar de que varias compañeras ya han pasado por ello. De pronto, te encuentras dentro de un cuerpo que crece y crece hasta llegar a pensar que un día será tan grande como el universo, y mientras agradeces las patadas en tu vientre que te recuerdan que debes de cambiar de posición al dormir, padeces dolor físico constante y las continuas molestias son meramente el camino a un purgatorio adelantado. Ni mencionar el sacar a la luz una queja, porque los comentarios de todos los que te escuchan son “Debes de estar agradecida de poder ser madre” “cuantas no darían lo que fuera por estar en tu lugar”  tal cual puedo recitar más oraciones como estas. ¿Por qué el mostrar nuestras debilidades puede llegar a convertirse en un acto de cobardía? 

 

“Es verdad que en el contacto o colisión con él he sufrido una metamorfosis profunda; no sabía y sé, no sentía y siento, no era y soy”

 

Cuando ya hemos sobrevivido esta fase inicial de la maternidad viene una nueva etapa, donde eres presa voluntaria de ese pequeño ser angelical que con una risa te hace sentir que todo ha valido la pena, pero con un egoísmo tan gigante cuando tu presencia es lo único que reclama, aún en las horas donde la luna ilumina nuestros sueños.  Aquí es donde entra la segunda fase de la metamorfosis, el aprender a soltar. Primero soltamos nuestro tiempo, dedicándolo enteramente al cuidado de nuestro montoncito de felicidad, dejando para después nuestras necesidades personales, porque ¡ay! de aquella madre que se dedique a un pasatiempo en vez de cuidar a sus hijos; se le tacha de egoísta, falta de sentido materno y muchísimas injustas etiquetas más.

 

“Se me atribuyen las responsabilidades y las tareas de una criada para todo. He de mantener la casa impecable, la ropa lista, el ritmo de la alimentación infalible. Pero no se me paga ningún sueldo, no se me concede un día libre a la semana, no puedo cambiar de amo…”

 

La vida se puede ir así, en un abrir y cerrar de ojos. Un día cualquiera hemos de despertar para darnos cuenta que los hijos han crecido,  se encuentran realizando sus metas y alcanzando sus sueños, pero y la mamá, ¿a que se dedicará ahora?Algunos dirán que este es el momento de buscar los deseos que quedaron en estado de suspensión temporal, sin embargo, ¿a cuántas mujeres conocen que han vuelto a la vida laboral después de un periodo largo de trabajo a cargo de una familia? Vivimos en una sociedad en la que se nos pide ser madres como si no se tuviera la necesidad de trabajar y se exige que se trabaje como si no se desempeñara el rol de ser madre. Uno fundamental en nuestra sociedad.

 

¿De dónde viene todo esto? Se preguntaran. La culpable, Rosario Castellanos y su cuento Lección de cocina. He estado leyendo algunas de sus obras, más cuando me topé con esta no pude sino sentirme identificada en sus letras. Es muy fácil juzgarnos por nuestras acciones y sus consecuencias a través de los ojos de los demás, pero en realidad, lo que de verdad importa, es lo que nuestro corazón nos susurra cuando depositamos la cabeza en la almohada.

Para mí, el convertirme en madre ha sido un privilegio que me ha permitido conocerme bajo nuevas perspectivas, me ha enseñado a valorarme en base a mis esfuerzos y no mis resultados, me mostró como olvidarme de mí misma para ponerme a mí en primer lugar, suena contradictorio, lo sé, pero sólo así he podido ser una mejor madre para mi amada Valentina. Aprendo a cada paso que doy, me equivoco en cada momento, pero por el amor que le tengo a mi pequeña de cabellos rizados es que me levanto y busco nuevas maneras de vivir; porque el libro de mi maternidad lo voy escribiendo a cada momento especial que vivimos, en cada juego con las muñecas, en las luchas interminables por mandarla a dormir, y en los abrazos que llenan mis mañanas mientras disfruto de unos momentos de quietud somnolienta.




 

“ … Ha sufrido una metamorfosis. Y el hecho de que cese de ser perceptible para los sentidos no significa que se haya concluido el ciclo sino que ha dado el salto cualitativo… 

Yo seré, de hoy en adelante, lo que elija en este momento… Yo impondré, desde el principio, y con un poco de impertinencia las reglas del juego…”

 

Mis queridos Anaquelianos, me despido de ustedes deseando que encuentren un cuento que los haga mirarse bajo una nueva perspectiva, llena de amor y compasión, que les permita retomar su camino por esta vida con nuevos bríos y esperanzas al borde de sus dedos, yo mientras tanto trataré de sobrevivir a la incursión de Valentina en la cocina.

 

Erika C.

 

 

 

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