viernes, 13 de abril de 2018

Entrevista a Dani G. García en Micrófono Abierto




Para este mes de Abril en Micrófono Abierto os presentamos a Dani García.



Dani G. García (Madrid, 1975)


Como siempre, en este espacio estamos comprometidos a darle voz a las almas que gustan de escribir y tiene la intensión de darse a conocer mediante la fuerza de las letras. El día de hoy tenemos de invitado a Dani G. García, quien está próximo a presentarnos su primera incursión formal en el mundo de palabra escrita. Los invitamos a conocerlo y a interesarse en sus historias, relatos y seguir esta prometedora carrera.



*** Entrevista ***


Bienvenido, es un gusto poder conocer más sobre tu trabajo y la persona que existe detrás. Comencemos con las preguntas. ¿cuéntanos sobre ti? ¿Podrías hacernos una llamemos: "biografía no autorizada", para nuestros lectores?

Nací en Madrid, el 2 de febrero de 1975, domingo, cerca de la hora del almuerzo, para evitar que a mi familia se le atragantara la comida antes de tiempo.
Comencé a escribir y dibujar a los seis años, intentando imitar sobre todo las aventuras de Superlópez, y en menor medida los de Mortadelo y Filemón. Creaba mis propias historietas en una o dos caras de un folio en blanco, hasta que me di cuenta de que ocupaban más espacios las nubes de los diálogos que los propios dibujos. Así que, por eso, y porque tampoco se me daba especialmente bien trazar monigotes con el lápiz, me explayé más en la escritura.
Al pasar mucho tiempo solo durante mi infancia y juventud, debido a una situación familiar algo especial, adquirí el hábito de crear mis propios mundos para no sentirme un niño sin nadie. Generalmente imaginaba todo de inicio con muñecos, naves espaciales, mantas, o cualquier objeto a mano, y cuando ya tenía una historia completa en mi cabeza la plasmaba en papel. Con los años prescindí de los juguetes para escribir por placer, para soñar, por viajar, para tener amigos, nuevas familias, etc., pero en realidad se convirtió en la evasión perfecta a lo que sucedía en mi mundo real. Y de ese modo se ha convertido en mi mejor aliado, la terapia más gratificante, la más dura en ocasiones, aunque siempre fiel y acompañándome a todos lados.
Mi libro preferido es ‘Cien años de soledad’ de Gabriel García Márquez, y curiosamente me costó muchos castigos y amenazas ponerme a leerlo. Pero cuando lo hice… No pude parar, y lo habré leído más de diez veces. Aunque quizás el libro que más he leído es ‘El Hobbit’ de J.R.R. Tolkien (de ahí mi pasión por la fantasía también), y algunas veces menos su trilogía de los Anillos. La saga literaria de Harry Potter también la he devorado unas cuantas veces, pero si hay un autor al que no puedo renunciar, ese es Stephen King. De él aprendí a hacer de mis textos un bálsamo, y sus libros han sido la mejor auto-ayuda que he recibido jamás ante cualquier situación, buena o mala.
Además de la escritura, soy un apasionado de la música en general, rock en particular, pero siempre abierto a cualquier estilo, especialmente si me transmite emociones. Nunca salgo de casa sin ella, y si algún día no oigo nada en algún reproductor (raro que suceda), mi cabeza y mi boca se encargan siempre de mantener mi radio interna encendida.
De igual manera, el cine también forma parte de mi vida. Al igual que sucede con la música, no me defino por un estilo fijo, ni renuncio a película alguna por rara que sea, aunque todos los que me conocen saben que soy algo friki, amante del universo Star Wars, Superman, Batman, Marvel, Harry Potter, y todo ese tipo de cine. Ahora también disfruto mucho con la invasión del “neo-cine”, es decir, las series de televisión. Incluso me atrevo a decir que algunos de estos productos de corta duración (a priori) superan con creces a muchos largometrajes, especialmente, cuando se habla de sus guiones y el cuidado de sus historias.
Me considero autodidacta, aunque reconozco que no soy buen lector, ni muy aplicado. Eso sí, el día que cojo un libro, es probable que no lo suelte hasta acabarlo. Pero es más por falta de tiempo (ay, el tiempo), que por la ausencia de ganas. A día de hoy, mi mayor inspiración es la calle, lo que veo por la ventana de mi casa, en el autobús, en el trabajo, o en cualquier cosa cotidiana. Pero sin dejar a un lado la música que oigo mientras observo todo lo anterior.
Escribo críticas de cine, música y teatro, artículos sobre nuevos talentos musicales, entrevistas a actores, directores y músicos, así como relatos diversos, en Revista Antrópika. Un proyecto digital que creó el gran hombre y mejor persona Tony Carbonell, y para el que llevo colaborando, codo con codo, desde hace más de tres años. Así mismo, creo relatos cortos para concursos literarios, más por el afán de obligarme a escribir con limitaciones, que por la idea de ganarlos (tarea harta complicada). Y también escribo relatos algo más extensos que guardo en privado para en un futuro muy cercano agruparlos en tomos que irán siendo auto-publicados.
Mi penúltimo proyecto, y el primero donde veré convertido en realidad mi sueño de ver en papel algo escrito por mí, es una novela corta llamada ‘Dejaré de quererte cuando paren las olas’. Una historia que nació como un relato, pero que acabó convertida en pequeña novela gracias al apoyo de alguien especial en mi vida, que me motivó e hizo creer en mis posibilidades escribiendo. Es una historia que nació a partir de conversaciones con mi amiga y medio-hermana Risa, y por eso podría decirse que es un drama familiar, aunque lleno de sorpresas, giros (¿qué sería una historia sin ellos?), dureza, realidad, amor y esperanza. La guinda de este pastel correrá a cargo de  Olga Artillas Ballesta, pintora de Barcelona,  una pintora, creadora, poetisa e increíble mujer, que aceptó crear la portada de la novela. Algo increíble para mí, dado que se trata de una artista incansable y con apenas tiempo libre, dada la gran cantidad de proyectos en los que interviene. Del mismo modo, incluirá en la contraportada una foto de  Isabel Rodríguez, fotógrafa de Badajoz (Extremadura).
Y, por último, si hay algo que me motiva en esta vida, aunque suene a tópico, son mis dos hombrecitos. Mis hijos. Ellos me han enseñado las mejores y más duras lecciones sobre la vida, son una fuente inagotable de inspiración, y la referencia que me mantiene en pie día tras día.

¿Dirías tú que “la infancia de los escritores, sea el género que sea, supone un factor determinante para que construyan sus futuras historias y motivaciones”?  Pregunto esto dado que en tu biografía nos cuentas que tenías la necesidad de escapar a otras realidades y creabas tus historias. Disculpa, pero es demasiado intrigante la forma en que describes tu situación familiar. ¿Podrías ampliarnos algo al respecto?

La infancia y adolescencia que viví me convirtió en escritor. Fue la necesidad de contar cómo me sentía, dónde quería y dónde no quería estar, mis sueños, mis deseos, mis temores, mis inseguridades… Debido a los trabajos de mis padres pasé mucho tiempo en soledad desde pequeño, lo que me convirtió en un niño introvertido y que anhelaba las vidas de sus compañeros de clase, de sus vecinos, o de otros chicos y chicas con la misma edad que yo. Además, me crié en un ambiente de hostilidad, violencia, rencor, envidias y represión, donde el amor hacia un niño soñador y risueño se limitaba al que le entregaban sus abuelas, y algunas tías y tíos de su familia. Incluso, en algunas ocasiones ese crío sintió más afecto por parte de sus profesores que de algunas facciones de su familia.
Así, mi mente inquieta acogió la necesidad de trasladar, lo que se veía imposibilitado de expresar mediante la voz, a través de la palabra escrita. Ahora todo es una forma de vida y no necesidad, pero el origen del Dani del presente es todo lo que experimentó el Dani del pasado.



Vamos, que tu biografía tiene tela de dónde cortar y tengo que seguir con esta pregunta. Dado que ya nos has contestado cuál es tu libro favorito. ¿Podrías ahora decirnos por qué lo leíste bajo amenazas y castigos? Y ya que sabemos de antemano que leerlo valió la pena, puedes contarnos qué fue lo que más te satisfizo de esa novela.

Creo que, como a muchos niños, no me gustaba hacer nada por obligación, sino por satisfacción. Leer Cien años de soledad fue en un principio algo impuesto por mis progenitores. Y al no creerme identificado con ellos, mi convicción en aquel instante fue pensar que leer ese libro no contendría una historia con la que me sentiría cómodo. Posteriormente concluí que quizás la verdadera intención de mis padres era lograr que les entendiera a través de las palabras de otra persona, y fue así como me animé a leer aquellas páginas por decisión propia, no por exigencia ajena.
De ese libro admiro la idea de unidad familiar a pesar de las adversidades (otro anhelo que deseaba para mí, probablemente), y la cantidad incontable de situaciones fantásticas (relativo a la fantasía), los viajes, y las descripciones de los distintos pueblos y escenarios al evocarme estos a momentos felices de mi vida, durante vacaciones o festivos con mis abuelos.


Es curioso, por decir lo menos, calificar a los libros de Stephen King como “autoayuda” y me veo obligada a preguntar la razón.

La primera vez que leí a SK me sentí motivado por ese calificativo a mi parecer tan vacuo como impreciso de ‘maestro del terror’. Me apasiona el cine de ese género, y pensé que gracias a sus historias podría crear en mi mente una visión muy distinta del terror respecto a la que estaba acostumbrado. Descubrí que SK viajaba mucho más lejos y, según pasaron los años, tras leer biografías suyas, entrevistas y diversos artículos, sentí que sus personajes eran una porción de él, sus problemas personales, familiares y de identidad. Y me vi sorprendido por la gran cantidad de detalles de mí mismo que encontré en sus novelas o relatos. Las mujeres y hombres creados por este autor evolucionan enormemente durante cada historia, y siento cada paso o cambio con intensidad, gracias a su talento para describir emociones e individuos. Gracias a todo ello encontré soluciones o ideas para mejorar como persona, a trivializar determinados problemas que no lo eran en realidad, y a quererme más como ser humano, siempre respetando mi entorno, mi mundo y el planeta en el que vivo.


Podemos asumir que escribes escuchando música. Sería interesante que nos cuentes, por ejemplo, qué tipo de música escuchaste al escribir el relato “Espejos” y “Mujeres Hermosas”, mismos que están disponibles para nuestros anaquelianos al final de esta entrevista.**

Con ‘Espejos’ escuchaba música de Muse. Desde mi punto de vista, esta banda es, junto a The Doors y Pearl Jam, una de las mejores a la hora de emparejar a la perfección melodías y letras. Como persona que escribe, doy mucha importancia al mensaje con palabras de cada canción, y casi todas las de este grupo pienso que son pequeñas películas acompasadas por una perfecta banda sonora.
Respecto a ‘Mujeres Hermosas’, llevaba tiempo queriendo plasmar en palabras lo afortunado que me siento respecto a todas las mujeres que han compartido en un momento u otro sus vidas conmigo, y viceversa. Es curioso, porque al principio no sabía cómo responder a tu pregunta, en lo que se refiere a este texto: no recordaba qué canción escuchaba el día que todo se compuso en mi cabeza. Me quedé dormido intentando evocarlo y, al despertar, en mi cabeza sonó una canción y no entendí por qué. Al instante todo se iluminó y caí en la cuenta de que mi mente había encontrado la canción olvidada. Era ‘She’s a Rainbow’ de The Rolling Stones. Y sí, a veces me impresiona cómo funciona el cerebro. Es, junto al corazón abstracto, la parte más increíble del ser humano, desde mi punto de vista.


¿Podrías platicarnos un poco más sobre la Revista Antrópika? ¿Cómo surge? ¿De qué trata? Y si está en busca de colaboradores.

Revista Antrópika es una creación, idea y concepto sacado a la luz por mi amigo y hermano Tony Carbonell. Esta publicación pretende acercar la cultura, los lugares, las personas, costumbres y anécdotas más curiosas de Mallorca al resto del mundo. Para entender su porqué debéis saber que Tony se ha criado y vive en aquel precioso lugar. En un determinado momento nuestras vidas se cruzaron por la necesidad de enriquecer la revista con un material más genérico, siempre dentro del ámbito cultural, para intentar llegar a todo tipo de lectores o público; queríamos atraer no solo a la gente curiosa de conocimiento o las personas autóctonas de esa isla de las Baleares. Fue así como empecé a aportar mi granito de arena con artículos sobre cine, música, relatos, etc.
Por supuesto estamos abiertos a cualquier colaboración, mientras esté relacionada con el arte en general, o con el gusto por la escritura, sin imposiciones, filtros o censuras. Es maravilloso descubrir la casi infinita variedad de estilos que surge con cada texto que nos llega. Así que eres bienvenida para formar parte de nuestro equipo, y lo mismo para cualquier lector de tu blog.



Los que tenemos la pasión escondida de escribir sabemos que es necesario el apoyo de alguien en nuestras vidas. Nos cuentas que es así como próximamente veremos tu primera novela, ‘Dejaré de quererte cuando paren las olas’. El título es en sí muy evocativo. ¿Podría decirse que es género romántico?, pues vemos que tus textos tienen siempre un toque de romántica y en donde el amor o el vínculo en las relaciones están siempre presentes.

Es una historia de amor, pero no romántica. A pesar de la dureza de algunos pasajes, pienso que el compendio de la narración rezuma amor. Amor por la familia, por las personas que se cruzan en la vida de cada persona y, sobre todo, por la vida como la base de toda existencia. Habla de reinventarse a uno mismo, de los miedos que llevan a gran cantidad de mujeres y hombres a renunciar a sus deseos solo por satisfacer a los seres queridos, pero sin llegar a cuestionarse si en realidad se hace por el bien ajeno o por el propio. Y ahí, es donde se alcanza cierto egoísmo, que también es uno de los grandes protagonistas de la historia.


¿Cómo describirías tu próxima novela en unas Diez Palabras?
Amor, familia, egoísmo, miedo, nostalgia, cobardía, pasión, fidelidad, respeto y admiración.


El oficio de escritor es uno muy demandante y celoso. Platícanos cómo es hasta ahora, tu proceso creativo.
Al igual que no soy buen lector, tampoco soy metódico a la hora de escribir. Las ideas me pueden surgir a partir de un gesto que observe en alguien por la calle, una frase que oiga en el autobús, un recuerdo, una pregunta de mis hijos, duras palabras hacia mí de personas que me aprecian y otras que no tanto, una canción, una película, una serie de televisión, una fotografía, un cuadro, o incluso otros textos de otros escritores, reconocidos o no.
Por lo general, si siento la necesidad de escribir algo, sea del tema que sea (que surge normalmente de lo que he comentado en el párrafo anterior), primero lo “escribo” en mi cabeza, le doy forma, frase a frase, y en cuanto tengo tiempo, sea la hora que sea sin importar el lugar o momento, siempre y cuando tenga un teclado o papel conmigo, lo plasmo. La mayoría de las veces el resultado final solo tiene un 10% de lo que ideé en mi mente, pero el concepto sí es al 100% ese.
Soy muy poco disciplinado a la hora de acordar conmigo mismo un momento para escribir. Puedo estar una semana entera sin hacerlo, para posteriormente no parar ni un día durante un mes entero. Al igual que en mi vida me cuesta dejarme llevar, quizás por cierto temor al rechazo o a lo desconocido, con la escritura me sucede lo opuesto y solo desarrollo cuando me lo pide el alma (aunque suene un tanto pedante o cursi).


A los escritores nos encanta soñar y aunque es muy pronto para hacer esta pregunta, la verdad es que nunca se sabe. Si tu novela llegara a la pantalla grande, ¿qué director de cine te gustaría que se encargara de ella.?

Sin duda, Fernando León de Aranoa (Princesas (2005), Los lunes al sol (2002), Barrio (1998). Pienso que es el mejor director y guionista a la hora de crear historias a partir de personajes cotidianos, nada ficticios, y que forman parte del día a día de nuestra sociedad. Tiene una visión tan realista del ser humano como individuo, que me resulta imposible no empatizar con cada uno de los personajes de sus películas. Da igual que sean prostitutas, niños, ancianos o delincuentes.


Existe una película, que tiene de bueno a mi parecer el final, pues cierra diciendo que en realidad todas las historias fueron escritas para un lector (con un lector final en mente). ¿Tú puedes decirnos, sin comprometerte demasiado, para quién escribes?

No pienso en nadie, ni en agradar a personas, o hacerles sentir mal, lanzar mensajes subliminales, críticas u ofensas. Escribo porque es mi manera de pintar lo que dibuja mi cabeza interiormente. Y como todo pintor, aunque con mis palabras, intento colorear una porción de los días con mis propias tonalidades. No creo que vaya a arreglar el mundo con mis palabras, pero si al menos consigo emocionar a una persona con ellas, todo habrá merecido la pena. Lo logre o no, te aseguro que mi sensación siempre, al terminar un texto, es de haber aportado un nuevo granito de arena al crecimiento de mi felicidad.
Cierto es que algún texto lo he escrito pensando en alguna persona de la que estaba enamorado en aquel momento, pero siempre lo intentaba plasmar todo de una manera objetiva, sin personalizar, y con la idea de que cualquier persona enamorada que lo lea pueda sentir mis palabras como suyas. Igualmente, cuando ese amor se ha acabado y el corazón ha quedado malherido, la necesidad de liberación me ha obligado muchas veces a escribir sobre ello (pero de nuevo, sin personalizar).
Eso sí, reconozco que mi aspiración al terminar un escrito es lograr que mis hijos se sientan orgullosos de su padre al leerlo. Ellos, y también algunas personas importantes de mi familia, especialmente mi abuela Carmen, que es mi fan número uno, y el ser vivo más incondicional que tengo. El no-vivo es mi otra abuela, Caty. Muchos afirman que fue como una madre para mí, y yo siempre pienso hacia dentro: “en realidad fue mi madre”.




Por último dinos ¿cuándo podremos conseguir Dejaré de quererte cuando paren las olas’? y ¿en dónde estará disponible?

Saldrá, si todo va bien, en junio-julio. Será autoedición a través de Amazon, con la posibilidad de formato papel o digital (este último no lo tengo todavía claro... no me inspira confianza).

Palabras finales

Gracias por aceptar esta entrevista. Ha sido muy placentero platicar contigo. De parte de todo el equipo de Anaquel Literario, te deseamos todo el éxito en esta carrera y esperamos pronto tener tu libro disponible para todos nuestros lectores. 




Entrevista: Ana Saavedra




Mujeres Hermosas

Hermosas. Todas las mujeres que he querido lo sois, a vuestra manera. Unas por dentro, otras por fuera; ambas cosas, en algunos momentos.
A todas las mujeres hermosas que he querido, os echo de menos y os sigo queriendo. Porque todas me elegisteis un día, me quisisteis varios, y fui feliz durante todos. Menos el último, quizás, aunque no me acuerdo porque preferí olvidarlo.
Con todas las mujeres hermosas que he querido, marcharse fue decisión de dos, pero ahora solo uno decide qué merece la pena conservar. Tuve que deciros “hasta la vista”, para encontrar a quien decirle “hasta mañana”.
Mujeres hermosas que he querido, ¿sabéis? Estoy cansado. No quiero que haya otras. Solo tú, quienquiera que seas. Muéstrate, necesito estar contigo. Te he guardado mi primer y último beso de cada día, hasta que caiga el telón y veamos terminar la vida.
Para vosotras, mujeres hermosas a las que he querido, son las dos lágrimas que acaban de marcar en mi piel sendos cauces a su paso. Os deseo lo mejor. Siempre. Gracias por existir. Gracias por el amor.

Espejos

Apareció una mañana, sin más, ni nadie cerca o sello alguno que ofreciera explicaciones. Los madrugadores de aquel día apenas se percataron de su presencia, pero con la salida del sol y la iluminación que ofrecían sus rayos en la calle, personas curiosas, e incluso asustadas, se plantaron frente a él.
Era grande. Enorme. Un espejo de aproximadamente tres metros y medio de largo, por dos de ancho, ocupaba un espacio importante en aquella plaza del centro de la ciudad. Los viandantes se sentían desubicados, como hormigas que ven alterado su sendero al desplazarse con provisiones en sus lomos.
Todo el mundo lo miraba con reticencia. Realmente se miraban a sí mismos, claro. Agolpándose en los flancos, primero; abarcando toda su longitud, después. No había señales en el marco o en su cristal que dieran pistas respecto a la plausible procedencia. De hecho, salvo por su ubicación y tamaño, no dejaba de ser un espejo ordinario, como el que cualquier persona tiene en un cuarto de baño, dormitorio, o recibidor de su casa.
Pasaban los días, la gente se fotografiaba a su lado, e incluso llegaban turistas de otras ciudades y países únicamente a presenciar tan esbelto e inquietante elemento. Las autoridades de seguridad acordonaron durante unas semanas la zona, creando un perímetro, dado que se temió que pudiera ser peligroso. Ni siquiera se descartó que viniera de otro mundo. Geólogos, gemólogos, y especialistas en materiales extraños lo estudiaron, pero nadie descubrió nada sobre el espejo. Para sorpresa de todos, gracias a la pillería de unos chiquillos, se descubrió que era imposible de romper. Lanzaron objetos y no apareció ni una pequeña muesca. También se intentó por todos los medios su desplazamiento hacia otro lugar, amarrándolo con cadenas y ganchos anclados a camiones, y aquello no alteró su posición ni un milímetro... Y así, pasó un largo tiempo.
Roberto despertó temprano, con la luna todavía perezosa y sin ganas de ocultarse. Se levantó de la cama, y caminando con sus pantuflas de tela se dirigió a la cocina para prepararse un café. Encendió un cigarrillo y se sentó en una banqueta, porque siempre la primera calada le mareaba ligeramente. Cuando su cafetera italiana comenzó a pitar y expulsar vapor se sirvió una generosa cantidad de café en su taza fetiche. Salió de nuevo al pasillo, se detuvo un instante, pensando, y giró en dirección hacia su despacho.
Entró en una acogedora estancia, se acercó a la ventana, y corrió las cortinas para mirar hacia la calle unos segundos. Cerró los ojos durante una inspiración profunda, giró sobre sus pies, y volvió a abrirlos. Ante él estaba aquel vasto espejo que había heredado de su abuelo. Se acercó, y tomó asiento en su sillón para observarlo. La plaza comenzaba a iluminarse y, poco a poco, personas se acercaban, fotografiaban, y miraban con curiosidad. Aunque no eran conscientes de ello, le miraban a él.

*** Bibliografía ***

    Novelas
    • Dejaré de quererte cuando paren las olas (Próximamente).

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